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Comerciantes de toda España arremeten contra la competencia de los bancos que venden artículos

Milagros Pérez Oliva

Asociaciones de comerciantes de varias comunidades autónomas han declarado la guerra a los bancos y cajas de ahorro que -en una competencia a su juicio desleal- ofrecen artículos como reclamo para conseguir nuevos clientes. Una representación de comerciantes de Cataluña, Baleares, Valencia, Navarra, País Vasco y otras comunidades ha solicitado una reunión con la jerarquía del Banco de España para que ponga freno a este afán vendedor y amenaza, al tiempo, con cancelar sus cuentas bancarias. Algunos incluso se niegan a reparar los objetos comprados en los bancos.

"¿Qué dirían los banqueros si los comerciantes de cualquier población constituyéramos una bolsa local y empezáramos a concedernos créditos al 10% y el 11%"?, pregunta Miquel Sánchez, presidente de la unión de comerciantes de La Garriga (Vallès Oriental), seguro de que el argumento hace diana.La indignación por la competencia ha llevado a la mayoría de los comerciantes de esta población a suscribir el acuerdo tácito de no atender las garantías ni reparar nada que no esté comprado en sus tiendas, con lo que las víctimas indirectas de esta guerra comienzan a ser, sin comerlo ni beberlo, los consumidores.

Así es como un sufrido cliente de la Caixa de Cataluña que compró una de las mountain-bike que esta entidad ofrecía a buen precio, se ha encontrado con una rotunda negativa en cuantos talleres ha acudido para reparar la bicicleta. Algo parecido ha sucedido en poblaciones como Igualada o Vilafranca, donde la campaña de los comerciantes ha hecho ya mella suficiente como para que las entidades bancarias retiraran discretamente la publicidad de sus ofertas.

Intermediarios

"Ningún taller puede negarse a reparar un objeto por el hecho de que no esté comprado en los comercios de la población", asegura Pere Carbonell, director general del Instituto Catalán de Consumo. "Si es así, el consumidor puede presentar denuncia en esta institución, y desde luego será atendida", concluye. Otra cosa es que la mayoría de los comercios acostumbran a atender las repararaciones de los electrodomésticos y productos que ellos venden más allá del periodo de garantía, y, en este caso, obviamente, no están obligados a hacerlo con quienes no son sus clientes.

"De hecho", afirma Josep Maria Ferrer, del departamento de promociones de la Caixa del Penedès, "lo que hacemos es facilitar al cliente el producto comprado con el crédito, pero la factura la hace el fabricante y éste es quien se responsabiliza de la garantía y del servicio postventa".

El muestrario de ofertas es ya muy variado, pero lo que ha desatado las iras de los comerciantes es la oferta de mountain-bikes que han hecho varias cajas de ahorro catalanas, a unas 10.000 pesetas menos que lo que cuestan en una tienda de deportes, precisamente cuando más demanda hay de este artículo tan de moda.

Sin impuestos

"Lo que ofrecemos no es una venta ni un regalo, sino un crédito de consumo vinculado a la compra de un determinado producto", explica, sin ánimo de polemizar, Josep Maria Montseny, responsable de comunicación e imagen de la Caixa de Cataluña.

"¿Pero de dónde salen la bicicleta o el ordenador? De la entidad bancaria. El comprador paga y la entidad le da el producto. Luego, es una venta, y sin pagar impuestos ni estar autorizado para ello", replica Marcel Damico, comerciante de Vilafranca y vicepresidente del Agrupament de Botiguers i Comerciants de Catalunya.

De hecho, aunque no se ofrece una venta al contado, los clientes interesados en beneficiarse de la oferta al contado, es decir, sin pagar intereses, reciben la sugerencia de que formalicen el crédito y, una vez entregado el producto, cancelarlo inmediatamente. Algunas entidades ni siquiera exigen esta formalidad a sus clientes de confianza.

"Compran grandes partidas y además no tienen gastos ni pagan impuestos. Así ya se pueden hacer ofertas afirma Miquel Sánchez. "Tenemos que luchar contra las grandes superficies comerciales, y ahora contra los bancos y cajas, que están en cada esquina". La campaña de los comerciantes incluye una propuesta de cancelación general de cuentas en las entidades que hagan las ofertas. Pero esta propuesta tiene pocas posibilidades de éxito, porque, como dice Miquel Sánchez, "¿quien no depende ahora de los bancos, quién no trabaja con créditos?".

La competencia desleal de bancos y cajas de ahorros fue una de las cuestiones por las que los comerciantes reunidos en el II Congreso Estatal de Comercio celebrado en Castellón mostraron mayor preocupación. La batalla se ha iniciado en Cataluña pero está previsto que se extienda en otoño al resto de España.

Legal pero "muy poco ético"

Las ofertas que efectúan los bancos y cajas de ahorro no son ilegales, pero son consideradas "muy poco éticas" por la Dirección General de Comercio de la Generalitat. Se amparan, según los comerciantes, en un vacío legal que es urgente modificar. Hoy se pueden comprar en los bancos una gama de productos tan variados como ordenadores, enciclopedias, vajillas, cristalerías, cuberterías, baterías de cocina, cadenas musicales, maletas, robots de vapor, microondas, relojes, vídeos o ciclomotores. Y a crédito real, es decir, a cómodos plazos, o a crédito simulado, es decir, al contado.Esta faceta comercial se introdujo en los bancos tras comprobar el éxito que tenían los pequeños obsequios ofrecidos a los impositores. Los departamentos de marketing descubrieron pronto que las palabras "oferta" y "más barato" eran también en los bancos unos excelentes señuelos para captar clientes, de modo que comenzaron a ofrecer televisiones y miocrooridas en lugar de intereses a quienes efectuaban un depósito a plazo fijo de determinada cantidad.

En realidad, no era un obsequio, sino una forma de pagar los intereses en especies, pero la psicología del regalo debe ser muy fructífera, porque muchos impositores prefirieron este sistema que cobrar los créditos en dinero, a pesar de que en muchos casos salían perdiendo.

Cuando el Banco de España clarificó el enrevesado mundo de los productos financieros, el pago de intereses en especies quedó relegado, pero el buen resultado de incorporar productos del hogar a las operaciones bancarlas llevó al salto siguiente: ampliar la clientela y aumentar los beneficios con una línea de créditos al consumo vinculados a determinados productos que la entidad facilita, previo acuerdo con el fabricante, a precio inferior al del mercado. La idea es que el cliente compra más barato y a crédi to. Al final, contados los intereses, acaba pagando más o menos lo mismo que en el mercado, con la diferencia de que disfruta del producto antes. En cambio, el margen de beneficio que normalmente obtiene el comerciante revierte en este caso en beneficio bancario.

No es de extranar, pues, que los carteles que anuncian las ofertas bancarias compitan con otros en los que los comerciantes advierten: "Per el vostre interés, aneu amb compte", (Por su interés, vaya con cuidado"), sugiriendo que las ofertas no son en realidad tales y que, a la postre, van a salir perdiendo.

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