Tras la euforia, la dura realidad
Problemas cruciales: economía estancada, disputas nacionales y desintegración
A medida que se enfríe la euforia por el triunfo de la revolución democrática sobre los golpistas comunistas, se abrirá paso la evidencia de que la Unión Soviética se enfrenta a la misma letanía de problemas que había sumido a la nación en la profunda crisis que condujo al último cataclismo. A saber: una economía estancada e ineficiente; un sinfín de disputas nacionales y étnicas en ebullición; cuestiones sin resolver sobre la estructura política del país dudas sobre su propia existencia como nación unificada.
De todas las calamidades que amenazan a la URSS, la más importante es, sin duda, la crítica situación económica. Renqueante por décadas de mala gestión centralizada y seguida por varios años de reformas tibias e incompletas, la economía está contraída a un nivel alarmante. La consultora norteamericana PlanEcon estima que el producto nacional bruto de la URSS disminuirá más de un 15% este año, mientras los precios de los siempre escasos bienes de consumo suben y crece el presupuesto y el déficit comercial.La mayoría de expertos estadounidenses dicen que el afligido paciente necesita desesperadamente dos remedios: la Introducción de la disciplina del mercado como revulsivo para las empresas estatales improductivas y una gran inversión de capitales extranjeros.
El fracaso del golpe puede haber despejado el camino para lograr el primer remedio. El presidente de la República Rusa, Borís Yeltsin, que está en clara ascensión tras su dramático liderazgo de la oposición al golpe contra el presidente soviético Mijaíl Gorbachov, es el primero en defender una rápida transformación hacia una economía de mercado y es probable que lo consiga a medida que las fuerzas conservadoras retrocedan.
Descentralización
La posibilidad de que se desplace mayor poder desde el Gobierno central hacia las repúblicas, también va a favorecer las privatizaciones. La República Rusa de Yeltsin, que es con mucho la más importante económicamente de las 15 que forman la Unión Soviética, tiene leyes y normas de procedimiento sobre las operaciones empresariales mucho más indulgentes que las del Gobierno de la Unión, según Judy Shelton, miembro de un equipo de la Institución Hoover de la Universidad de Stanford, que ha aconsejado a Yeltsin sobre temas económicos. "Yeltsin es mucho más purista en esto (privatizaciones) que Gorbachov", dijo. "Está mucho más dispuesto a conseguir la transición de un modo acelerado".El presidente de Rusia y otros defensores de las reformas del mercado a gran escala, acabarían con siete décadas de control económico central en las que cada empresa, desde las pequeñas hasta las grandes fábricas, eran propiedad del Estado, y la demanda de los consumidores no tenía impacto en la producción. Éstos favorecen una amplia prívatización y acabar con el control del Gobierno.
Sin embargo, aunque estas reformas iniciarían el proceso de revitalización económica, a corto plazo también pueden aumentar el descontento social. El corte de las ayudas estatales a las empresas ineficientes es muy probable que aumente le paro, y la falta de un control de precios encarecerá los productos básicos, según la opinión de muchos economistas.
Para paliar estos efectos, los líderes soviéticos renovarán sus peticiones a Occidente de ayudas económicas a gran escala, tanto en inversiones directas como privadas. Las perspectivas de una ayuda directa de Gobierno a Gobierno son pesimistas.
Los Gobiernos francés y alemán son favorables, pero Estados Unidos se niega, si bien en los últimos días se ha manifestado dispuesto a revisar su política, siempre y cuando sea con Yeltsin con quien negocie la ayuda.
Las oportunidades de una inversión privada sustancial son considerablemente mejores, porque son altas las oportunidades de beneficios en una Unión Soviética proclive al capitalismo, según los expertos norteamericanos.
"Es el mercado potencial mayor del mundo," afirma William Green, director del Centro de Estudios Soviéticos y de Europa del Este de la Universidad de Boston. "Son 270 millones de personas con educación que están deseando trabajar, aunque sea con salarlos más bajos que los campesinos chinos, y que quieren una vida cómoda".
Mercados crediticios
Otros analistas valoran el aumento del crédito en el mundo desarrollado y se preguntan cuánto capital se puede realmente destinar a la URSS. "Los mercados crediticios occidentales están ya demasiado extendidos", dice Green. "Los alemanes están dedicados a absorber la economía de Alemania Oriental. Una gran cantidad del dinero japonés está figado al mercado de inversiones inmobiliarias en Tokio. Y nosotros intentamos sacar de apuros a nuestras empresas".Además, muchos inversores están retrasando cualquier inversión de grandes capitales hasta que la Unión Soviética reduzca su mayor problema político: la distribución del poder entre el Gobierno central y las repúblicas.
De momento, la situación está sumamente confusa. De las seis repúblicas que rechazaron el Tratado de la Unión, dos de ellas, Estonia y Letonia, reaccionaron de inmediato al golpe declarando su independencia, como habían hecho antes Lituania y Georgia. Ucrania tomó la decisión el sábado y Moldavia lo hará probablemente hoy. Entre las seis repúblicas que no estaban dispuestas a firmar el tratado, sólo Armenia falta por proclamar su soberanía. La proclamación de soberanía de Armenia puede estar al caer.
"Por lo menos, la Unión Soviética va a estar enormemente descentralizada", decía hace unos días Mary Ellen Fischer, especialista en temas soviéticos y de Europa del Este en el Skidmore College, en Saratoga Springs. "Los Bálticos se separarán, Georgia es probable que se separe y las demás piden una federación mucho más relajada".
Green cree que cuando se sedimente la situación, el Gobierno central será responsable de la política exterior, la defensa de toda la nación "y muy poco más". Incluso considera que es probable que el Ejército sea parcelado entre las repúblicas", porque después del sobresalto de esta semana, insistirán en tener el control de sus propias fuerzas armadas.
Aunque la creación de una nueva distribución del poder entre Moscú y las repúblicas puede ayudar a los potenciales inversores y disminuir las tensiones políticas, es improbable que ponga fin -y puede incluso exacerbar- a las violentas rivalidades étnicas y nacionalistas.
La tensión es más aguda en la parte suroeste del país, donde los armenios y los azeríes están luchando desde hace más de tres años. El Gobierno central ha sido incapaz de hacer algo más que proporcionar una inestable tregua armada, y un poder central debilitado es difícil que consiga más.
La mayoría de las repúblicas tienen grandes minorías de otras nacionalidades, que potencian considerables tensiones étnicas, a medida que consigan mayor autonomía o la independencia completa. Los Estados Bálticos, por ejemplo, tienen un considerable número de habitantes de etnia rusa, que pueden sentirse progresivamente inseguros y vulnerables a una persecución, si su país de adopción ya no está bajo la autoridad de Moscú.
La URSS se mantendrá preocupada con sus problemas internos durante algún tiempo pero, tarde o temprano, el péndulo oscilará hacia otra dirección. "En terminos de territorio, población y recursos naturales, la Unión Soviética sigue siendo, potencialmente, el Estado más poderoso de Europa. La cuestión es cómo pueden hace uso de ese poder. Temporalmente, el poder de Alemania se acrecienta y el soviético languidecerá. Pero, a largo plazo, el poder soviético crecerá de nuevo", afirma Fisher.
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