Los usurpadores bolcheviques
Los bolcheviques llegaron al poder en 1917 mediante un golpe de Estado, y ahora han restaurado su poder mediante un golpe de Estado. Al igual que los bolcheviques de 1917, los nuevos usurpadores que ocupan el Kremlin, a quienes Gorbachov nombró deliberadamente, sólo saben llegar al poder a través de los medios ¡legítimos. No pueden confiar en su propia gente que, en el caso de los rusos, les derrotó estrepitosamente en las elecciones que llevaron al poder a Borís Yeltsin.Estos usurpadores creen que unos medios de comunicación estrictamente controlados son un elemento esencial para dar legitimidad a sus mentiras. Lenin dijo: "Denme un periódico y organizaré un partido". Saben que, sin su propia televisión o publicaciones, la oposición no podrá organizarse efectivamente.
La glásnost, el primer acto de las reformas de Gorbachov que ayudó a desenmarañar el sistema comunista, fue, consiguientemente, la primera víctima del golpe del lunes.
A la puerta de las oficinas de mi revista hay un cañón. Esa revista, Ogonyok, ha sido prohibida. Mis principales redactores están durmiendo en diferentes lugares cada noche para evitar que les arresten. Sólo se permite la edición de Pravda y de otras ocho publicaciones del partido comunista. Una vez más, la verdad sólo puede llegar al pueblo soviético a través de La voz de América. Es el único medio por el que los rusos saben lo que dice Yeltsin.
El Tratado de la Unión, que se iba a firmar el 20 de agosto, fue la razón principal del levantamiento de los bolcheviques. Era su última oportunidad para acaparar todo el poder, ya que ese tratado habría acabado irreversiblemente con la autoridad de estos impopulares y odiados hombres que ahora han asumido el mando. El Ministerio de Defensa soviético hubiera quedado fragmentado. El gran señor soviético de los koljoses (granjas colectivas) hubiera quedado desposeído. El Ministerio del Interior hubiera perdido su policía a favor de los Estados nacionales.
En otras palabras, esta. reforma hubiera desmantelado finalmente el imperio que Lenin reunió por la fuerza.
Pero hubo otro factor que acabó con la paciencia de los bolcheviques. Gorbachov despreció toda la herencia bolchevique cuando enterró la idea comunista durante su reciente visita a Londres, la misma ciudad donde está enterrado Karl Marx. En la cumbre económica de los siete grandes celebrada allí, mientras el destino del Estado soviético pendía en la balanza, Gorbachov pedía la salvación no al proletariado del mundo, sino a las siete mayores potencias capitalistas.
La cumbre de Londres también dejó claro a los más reticentes el hecho de que el precio final de la normalización a nivel internacional era la verdadera democratización nacional. Ingenuamente, esperaban que su abanderado, Gorbachov, volvería a casa cargado de billetes, sin obligaciones a cambio.
El presidente Bush dejó este punto más claro todavía cuando, en Kiev, dijo que Occidente condicionaba su apoyo no tanto a la independencia de las repúblicas como a la democratización de todo el sistema. Esto sería el final de los bolcheviques.
A medida que se desarrollaba el golpe, los usurpadores bolcheviques aparentemente se encontraron con una sorpresa en Crimea. Obviamente, pensaron que podrían chantajear a Gorbachov para que dimitiera y cediera el poder al vicepresidente Guennadi Yanáyev. De lo contrario, estas personas, que habían dispuesto la muerte de los disidentes búlgaros mediante paraguas con la punta envenenada, podrían haber organizado fácilmente un ataque al corazón o una forma similar de fallecimiento para Gorbachov. Creo que Gorbachov se resistió y solicitó dirigirse a la nación. Así, pues, tuvieron que dar el golpe apresuradamente.
El problema más inmediato ahora para el régimen usurpador es cómo deponer a Gorbachov de su cargo de jefe del partido comunista, eliminándole definitivamente de la escena política. En una llamada telefónica desde Moscú el martes por la mañana, mi ayudante me dijo que Gorbachov había sido trasladado en secreto a Moscú para una reunión del Pleno del Comité Central del PCUS, en el que sería depuesto como secretario general. Este es el motivo de que el Kremlin esté rodeado de artillería pesada. Como ha permanecido en el partido comunista desde el principio, es posible que Gorbachov se so meta a su disciplina.
Por tanto, según el mismo plan que siguieron en Checoslovaquia en 1968, tratarán de seducir a la opinión pública con un aumento en los suministros de alimentos otros artículos a precios más bajos. Tratarán de calmar al pueblo con lo que los checos llamaron una "segunda libertad": la creación de una falsa impresión de que, después de un periodo de caos y declive, la vida va a mejorar.
El académico Oleg Bogomolov, que forma parte de la comisión parlamentaria soviética para la alimentación y agricultura, me dijo hace varias semanas que era muy sospechoso que las importaciones de alimentos de los países occidentales se estuvieran almacenando en instalaciones militares. La explicación oficial fue que las instalaciones civiles de almacenamiento no eran seguras. Estoy seguro de que las autoridades dejarán salir ahora esos suministros y llenarán las vacías estanterías de Moscú y Leningrado con provisiones a precios. más bajos.
Pero, al igual que en el caso checo, el terror seguirá a la segunda libertad. En Checoslovaquia, las autoridades iniciaron arrestos en masa tan pronto como se estableció la violencia popular. Esta misma situación es lo que podemos esperar en la Unión Soviética.
Se han planeado miles de arrestos para desmantelar el centro de democratización en Moscú y Leningrado. Hemos informado en las últimas semanas que los campos de prisioneros de Siberia se estaban restaurando.
Sin embargo, al final, estos rancios bolcheviques pueden haber actuado demasiado tarde. Cuando traten de asentarse en Georgia o Armenia, al igual que lo han hecho en Moscú y Leningrado, se encontrarán con una resistencia armada. Se enfrentarán a un Afganistán interno.
La larga experiencia bolchevique en preparar golpes también ofrece pocas directrices sobre cómo tratar a una persona que ha sido elegida por los ciudadanos, y que fue miembro de sus desacreditadas filas. Esto es un fenómeno completamente nuevo para los comunistas de la vieja escuela.
Si quieren que triunfe el golpe, deberán matar al Borís Yeltsin; los francotiradores son probablemente la mayor amenaza. Yeltsin es el punto de unión obvio, no sólo para todos los rusos, un 60% de los cuales le votó, sino también para la comunidad internacional. que .apoya la democratización de la Unión Soviética. Si no lo matan, la huelga general que ha convocado tendrá éxito.
Yanáyev dijo el lunes que la huelga convocada por Yeltsin era "irresponsable", haciendo que muchos temieran que una confrontación entre ambos llevaría a la guerra civil.
En cambio, espero una solución a lo Bucarest. Si la junta trata de aplastar la resistencia mientras la huelga se extiende a las minas de carbón, los campos petrolíferos, las fábricas de acero, el Ejército (con la excepción de las fuerzas especiales del KGB) romperá filas y se unirá al pueblo. Se volverán sin piedad contra los usurpadores del poder, al igual que hicieron los rumanos contra Ceausescu.
Todo quedará determinado entre hoy y el 1 de septiembre, cuando los estudiantes vuelvan a Moscú y puedan convertir la plaza Roja en una plaza de Tiananmen.
Es fundamental, especialmente durante los próximos 10 días, que la comunidad internacional niegue el reconocimiento a los bolcheviques que han usurpado el poder. Incluso aunque asesinaran a Yeltsin, los usurpadores no podrían tener éxito sin la legitimación internacional. El mundo debe oponerse a este régimen soviético ilegal, al igual que lo hizo con Sadam Husein, cuyo rápido y entusiasta apoyo al golpe del lunes revela su verdadera naturaleza.
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