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Los cañones de agosto

Los acontecimientos de Moscú podrían ser cualquier cosa, desde el principio de una guerra civil (...) hasta un golpe a lo Potemkin destinado a que Occidente inunde de ayudas a un Gorbachov restaurado en el poder. Aunque sólo el tiempo dirá, el drama debería recordarnos una lección clara: la estructura de las fuerzas militares soviéticas está intacta, y nunca sabemos quién va a estar a su cabeza mañana. (...) El pueblo soviético no se ha sorprendido de lo ocurrido. Llevaban meses anticipando un golpe por parte del partido comunista. Los comerciantes de Arbat han estado vendiendo un tipo de muñecas matrioshka que figuraban dictadores, cada uno de los cuales contenía a los siguientes, y completaba la serie una figura pos-Gorbachov: un dictador militar con un signo de interrogación en la cara que sostenía la cabeza de Gorbachov en las manos. El interrogante ha sido despejado. El país está ahora en manos del KGB y del Ejército soviético. (...)Incluso en su fase más reformista, los años de Gorbachov hicieron poco para modificar la estructura militar. A pesar del lastimoso estado de la vida diaria soviética, los programas de modernización militar dominan aún los recursos de la nación. (...) La clave para Occidente es cómo controlar estas fuerzas, y, con su política gorbachófila, los Gobiernos occidentales se ataron a un hombre condenado al fracaso. (...)

20 de agosto

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