La verdad de Frascuelo
Palha / Frascuelo, Vioque, SeseñaToros de Palha, bien presentados, cornalones, fuertes, nobles y encastados, excepto 6º, manso y flojo; 4º, de Román Sorando, bravo y con pocas fuerzas. Frascuelo: pinchazo sin soltar y estocada (ovación), estocada atravesada y dos descabellos (petición y vuelta). Fermín Vioque: estocada perpendicular trasera y dos descabellos (silencio); pinchazo sin soltar, pinchazo hondo perpendicular y descabello (silencio). José Luis Seseña: estocada baja (ovación); pinchazo y estocada tendida atravesada (palmas). Plaza de Las Ventas, 18 de agosto. Un tercio de entrada.
El veterano Carlos Escolar Frascuelo volvió a explicar ayer sobre el encerado del ruedo venteño una lección de cómo se torea de verdad, lejos de los posmodernos ratimagos y camelos. El madrileño, que hasta en los pequeños detalles, como los jacarandosos andares y en la forma de coger el capote para recorrer el anillo, se siente torero, festoneó al cotarro en lo fundamental: toreando.
Lo hizo, en su segundo, a la antigua y perdida usanza -César Rincón, con el que le compararon desde los tendidos, aparte-: dando distancia al bovino, embarcándolo con la flámula planchá y cargando la suerte, llevándolo con mando y cadencia, y rematando junto a la caera. Tanta autenticidad la perfumó de arte der güeno. Más en los redondos, abrochados con aromáticas trincherillas, que en los naturales, a los que el bicoríne llegó más cansado.
Matar recibiendo
Lástima que Frascuelo se empenase en matar recibiendo a un animal ya exprimido y de escasísima embestida, por lo que el espadazo quedó feo. De cara a las estadísticas perdió las orejas, pero las matemáticas nada tienen que ver con ningún arte, y la lección caló en los aficionados. Una lección que también explicó, aunque en menor tono, en el que abrió plaza. Todo lo anterior, sin olvidar su garra, y ganas de triunfo fueron tantas que dio dos largas cambiadas de hinojos, valentísimas y postineras.
Bien podía tomar nota un apagado Vioque, al que la modorra y a veces la jindama le impidió aprovechar las buenas condiciones de sus enemigos, eso sí perfectamente lidiados por su cuadrilla, que los empeoró.
Seseña conectó también con el público con su decisión y su torería. Se embraguetó en verónicas ganando terreno con el tercero, al que toreó ortodoxa y clásicamente hasta que se apagó, de lo que quizás se vengó con un baJonazo. El acochinado y casi inválido sexto se defendía y Seseña aguantó trallazos sin pestañear, demostrando que merece, como Frascuelo, entrar en el corazoncito de los empresarios.
Seseña hizo debutar en su cuadrilla al exrnatador Rafael Perea El Boni, quien se lució en un quite al picador José Luis Maña, derribado por el tercero, aunque falló con los rehiletes.
Babelia
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