Cinco años contra el olvido de John
La ex novia del rehén británico logró mantener vivo el recuerdo del periodista durante 1.943 días
![Enric González](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe19959f9-1b77-4fa4-b4c9-ad9c27d18ec2.png?auth=cc48cfeca3c4fa713d7e16fc9e97f765f78a2bc782edcbaf28750ab1efa9f6c0&width=100&height=100&smart=true)
Él es un héroe popular. Ella es la novia ideal. ¿Se unirán de nuevo? Han pasado más de cinco años desde que él, un joven periodista de televisión, viajó a Beirut. Ella, secretaria en la misma compañía televisiva, se quedó en Londres con los ahorros de ambos. Debía pagar la entrada de un piso, la casa en la que, al cabo de tres años de noviazgo, iban a vivir juntos. Pero él, John McCarthy, fue secuestrado por un grupo proiraní. Y ella, Jill Morrell, no compró jamás el piso. Invirtió el dinero y un inmenso esfuerzo en una misión agotadora: que nadie olvidara a John.La tímida secretaria se sobrepuso al desaliento y salvó todos los obstáculos. El Foreign Office mantenía contactos con la familla de McCarthy, pero no con ella. "Si eres sólo una novia, no eres nadie", se quejó una vez. Pero calló y esperó durante meses. El Gobierno británico aconsejaba evitar la publicidad sobre el asunto, y ella obedeció. Al fin, tras 18 meses sin resultados y sin pruebas de que él viviera, el rehén francés Jean-Paul Kauffman fue liberado y dijo que John estaba bien. Jill no lo dudó más. Convocó una rueda de prensa y creó una asociación, los Amigos de John McCarthy, que se ha hecho célebre y ha contribuido en gran medida a la liberación del rehén. Viajó a Chipre y a Siria, se entrevistó con Yasir Arafat, se enfrentó en debates televisivos con los políticos que decían hacer "todo lo posible", recogió fondos, pagó anuncios y vallas publicitarias, convocó manifestaciones y vigilias silenciosas.
Nunca cejó en su empeño, ni siquiera cuando anunció que ya no era "la novia" de John, sino "una amiga más" de John. "Dentro de 10 años seré demasiado mayor para tener hijos", escribió en un artículo. No podía hipotecar su vida por un hombre que quizá no volvería, o tal vez la había olvidado. Pero la "amiga" no se rindió. Optó por ceder el protagonismo a otros miembros de la asociación cuando constató que su rostro se había hecho demasiado popular en el Reino Unido, porque no quería que su imagen eclipsara "la importante, la de él". Cada año, el día del cumpleaños de John, los periódicos de Beirut publicaban un anuncio a toda página con un mensaje para él: "No pierdas la esperanza, cariño". Y John no la perdió.
El jueves 8 de agosto de 1991, 1.943 días después de su secuestro, John McCarthy recuperó la libertad. Tenía buen aspecto, bromeaba incluso. Todas las campanas sonaron y al Reino Unido le brotó una sonrisa. Ese mismo día, en Londres, estaba convocado un nuevo festival para recordarle.
Exactamente al comienzo del acto, Jill se reencontraba con John en el club de oficiales del aeropuerto militar de Lyneham.
Nadie sabe lo que se dijeron. 'Supongo que alguna trivialidad", había aventurado ella horas antes. Ayer, él no habló. Permaneció en las habitaciones militares puestas a su disposición, con su padre y su hermano. Tenía que digerir la noticia de la muerte de su madre, tenía que habituarse a su nueva situación. Jill tampoco habló.
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