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ANÁLISIS DE LA ELECCIÓN DE ALCALDES Y PRESIDENTES AUTONÓMICOS

Rércord de baja representatividad

Los cabezas de las listas más votadas, desbancados en la mayor parte de los casos en que era políticamente posible

Tras completarse el pasado día 6 la elección de alcaldes en aquellos ayuntamientos cuya constitución había quedado aplazada, se observa que en estas elecciones indirectas se ha batido un récord de baja representatividad: han sido elegidos 17 alcaldes que no pertenecen a la lista más votada sobre un total de los 70 grandes ayuntamientos (capitales de provincia y ciudades con más de 100. 000 habitantes). Esta cifra de alcaldes infieles a la voluntad manifiesta de los electores, que representa alrededor de una cuarta parte de la muestra, es superior a la máxima que se había obtenido hasta ahora: 16 casos en 1979 por los pactos entre el PSOE y el PCE frente a UCD.También en tres de los 13 parlamentos autónomos constituidos recientemente en las comunidades de régimen común (o basadas en el artículo 143 de la Constitución) ha sido elegido un presidente distinto del cabeza de la lista más votada, cifra que iguala el máximo obtenido hasta ahora -en 1987- y que podría incrementarse aún con el caso pendiente de Navarra.

Los partidos han tendido a violar el criterio de representatividad a favor de la lista más votada en una proporción de casos mayor de lo que las cifras aparentan, ya que en las presentes elecciones se ha obtenido un número de mayorías absolutas de un solo partido mayor que en ninguna ocasión anterior.

Además, en 23 de los 45 ayuntamientos en los que ningún partido tenía una mayoría absoluta no podía formarse ninauna coalicion mayoritaria que no incluyera a aquellos partidos que comportan una conexión político-ldeológica entre los miembros del consistorio (es decir, que no supusiera por ejemplo, coaliciones de IU con el PP o los regionalistas sin los socialistas; ni del PSOE con el PP sin los regionalistas o el CDS, etcétera). Dado que esta conexión se ha producido en la casi totalidad de los casos, el número de ayuntamientos en los que la lista más votada parecía vulnerable a una coalición alternativa quedaba reducido a 22. El dato relevante es, pues, que en 15 de estos 22 casos -es decir, en más de dos tercios de aquellos en los que era numérica y, políticamente posible coligarse para impedir la alcaldía del candidato que había obtenido un mayor número de votos populares- los partidos han aprovechado la oportunidad. Aplicando los mismos criterios, de las siete comunidades autónomas en las que ningún partido había obtenido una mayoría absoluta de diputados, en cinco la lista más votada era vulnerable a coaliciones conectadas alternativas, que han sido formadas en tres.

Pactos locales

Además de la abundancia numérica de casos poco representativos, hay que señalar que, a diferencia de lo ocurrido en 1979, esta vez las coaliciones alternativas no han mantenido una orientación ideológica homogénea ni han sido fruto de un pacto global. Así, el PSOE ha sido desbancado del lugar preferente en cinco casos y ha accedido al mismo mediante coalición en otros 11, con un balance positivo de seis; mientras que el PP ha sido desbancado en 10 casos y ha ascendido a la alcaldía en dos, con un balance negativo de ocho. La diferencia entre los dos balances implica la existencia de dos casos, Sevilla y Teruel, en los que a pesar de ser los socialistas la lista más votada, el PP han dado la alcaldía a los regionalistas del PA y del Par (pese a que este último había obtenido menos votos que los populares). Por su parte, EA y ATI han sido apartados de una alcaldía cada uno, mientras que IU y CDS han ganado una cada uno. En las comunidades autónomas en las que también ha sido elegido un presidente distinto del candidato más votado, el PSOE ha sido desbancado en dos casos, cuyas presidencias han ido a parar a los regionalistas del Par y la UPCa, mientras que el PP ha sido desbancado en un caso en beneficio del PSOE. Cada uno de los grupos municipales o parlamentarios actúa en la elección de socios como si su criterio de decisión fuera sólo de ámbito local, tratando de aprovechar las ocasiones de formar mayoría que se le presentan, pero sin tener en cuenta el balance para sus siglas en el conjunto de las instituciones en las que está presente. Parece lícito interpretar que esta dispersión de los criterios de actuación de los partidos pone de manifiesto una notable motivación de las organizaciones locales por la consecución de cargos, más que por la realización de políticas acordes con los programas electorales.

También es significativo de este localismo que sólo los partidos regionalistas manifiesten preferencias claras por la ocupación de unas u otras consejerías o áreas de gestión. Mientras el PSOE y el PP reparten su presencia en los gobiernos autonómicos de coalición entre un gran número de áreas, los regionalistas concentran 13 de las 22 posiciones gubernamentales que ocupan en sólo cuatro áreas.

Excepciones

Pese al carácter local de los pactos, en algunos casos han sido más amplios, como los formalizados entre el PSOE e IU en la comunidad y los ayuntamientos de Madrid, y entre el PNV y el PSOE en el conjunto de los ayuntamientos del País Vasco. Pero, en un ámbito más general, ni siquiera IU ha intentado un acuerdo con los socialistas, y de hecho se ha limitado en la mayor parte de los casos a darles sus votos. Los únicos cargos que las candidaturas izquierdistas han obtenido en compensación han sido las presidencias de los parlamentos de Asturias y de Madrid, los más altos cargos autonómicos que nunca hayan conseguido hasta ahora el PCE o IU.

Como se observa en el cuadro 2, se ha formado en esta ocasión un número mayor que nunca de mayorías de tamaño mínimo -las más estables habitualmente-, sobre todo porque los partidos han formado hasta cinco coaliciones vencedoras mínimas, es decir, más que en ninguna ocasión anterior, así como que ningún partido con mayoría absoluta ha pactado con otro para aumentar el consenso.

Este trabajo del Equipo de Análisis Político de la UAB ha sido realizado por Albert Batlle F. M. Villar y Josep M. Colomer.

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