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Entrevista:

"Un telón de acero se abate de Norte a Sur"

"La guerra contra Irak estalló porque el presidente Bush la quiso y Sadam Husein la aceptó. La pregunta que habría que hacerse es la de si bastaba que el líder iraquí aceptara la guerra para que hubiera guerra. Yo ya había ofrecido mi dimisión a principios de diciembre, después de que Francia abandonara la estrategia de la negociación por la del ultimátum y de la intervención militar con su voto en la ONU". Jean Pierre Chevenèment, 55 años, francés del Norte, de las tierras que enfrentan el lindero germánico, ha mirado siempre política y sentimentalmente al Sur: el Mediterráneo, el mundo árabe, un Tercer Mundo francés, al que se refiere muy particularmente, son las coordenadas de una visión combativa de la historia.Al ex ministro le va la declaración tajante: "La guerra del Golfo ha sido un momen Lo decisivo en la historia, el revés de la caída del muro. El Golfo ha marcado el advenimiento de un nuevo orden mundial dominado por Estados Unidos en la que a la oposición Este-Oeste le sustituye la oposición Norte-Sur. Y para que haya un orden no olvidemos que hacen falta buenos y malos. Tras dos años de flotación, después de la liquidación del imperio del mal en 1989, Estados Unidos encontró a su enemigo en la persona de Sadam Husein. Pero la historia de Oriente Próximo no comenzó con la invasión de Kuwait, y todas las tragedias que allí se dan cita no pueden ser la obra de un solo hombre".

Nuevo orden

Intento de nuevo orden ya lo hubo, por ejemplo, en el tiempo de Hitler; los países del Tercer Mundo y los no alineados, cuando existían, ya trataron a comienzos de los setenta de obtener del Primer Mundo un nuevo orden que les hiciera un hueco en la historia. La terminología, por tanto, no nos dice demasiado. "No se trata de un nuevo orden fundado sobre el derecho, sino sobre la hegemonía norteamericana reafirmada por la fuerza y que se traduce en un nuevo lenguaje en las relaciones Norte-Sur, en una demostración de fuerza brutal que puede condenar a regiones enteras a la anarquía, pero que está perfectamente admitida por el Norte en tanto tenga por teatro los países del Sur. Un telón de acero se ha abatido entre los dos polos del mundo, como el que antes había entre Este y Oeste. Más allá del mismo, las reglas son diferentes. Ese es el significado de la guerra del Golfo".

Muchos analistas, antes de la guerra, veían a Sadam Husein como una especie de Maquiavelo, quizá prét-á-porter, pero bien surtido de cartas para complicarle la estrategia a los americanos. ¿Por qué el presidente iraquí entró tan mansamente de cabeza a donde quería llevarle Washington? "La creencia de Sadam Husein fue siempre la de que no tenía garantías de que no sería atacado en caso de retirarse de Kuwait, y de que Estados Unidos no ofrecía ninguna contrapartida para que salvara la cara. Eso es lo que los americanos precisamente querían evitar. Desde la invasión de Kuwait, en agosto, se le puso ante la alternativa de una capitulación humillante o de la guerra. Sadam Husein sobrestimó su margen de maniobra. Creyó que la Unión Soviética o Francia le sacarían del atolladero, pero sobre todo apostó a que Irak podía asumir sacrificios en la guerra que los americanos no podían. La realidad ha demostrado que era todo pura incoherencia, puesto que la relación de pérdidas en la guerra ha sido de mil a uno a favor de los americanos".

Ese nuevo orden se pretende que tenga características muy particulares; quizá no se trata de la dominación pura y simple, sino de establecer una estructura en la que a las naciones de Occidente les interese estar representadas porque, como en el Medioevo, el emperador no pasaría de ser un primus inter pares. "Ésa es una vieja idea, la de las sociedades feudales que se basaban en el pago de un diezmo al señor. Los guerreros se hacían pagar por los que trabajaban la tierra. Yo diría que en el Norte, efectivamente, hay pueblos dedicados a la industria, a la producción, a los que Estados Unidos querrá hacer pagar por su seguridad de una u otra forma, bien sea en las negociaciones del GATT, en los temas de política agrícola, o en la construcción del Airbus. Ciertos países tendrán que pagar por su seguridad frente al Sur".

¿Y la OTAN, qué puede tener que ver con todo ello? "Hemos visto cómo en Europa una de las consecuencias de la guerra del Golfo es el proyecto de una fuerza de acción rápida de la OTAN. En otras palabras, el mundo unipolar está fundamentado en el dominio americano del sistema en todos los planos, cultural, financiero, tecnologías de vanguardia, y, por supuesto, el poder militar".

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Integrismo islámico

Pero la fuerza militar habrá de ser siempre un último recurso; el eje Norte-Sur no puede ser simplemente una receta para iraquizar todo lo que rebulla a guisa de enemigo. "Creo que ha habido siempre en la diplomacia americana una escuela estratégica favorable al desarrollo del integrismo. Veamos el caso de Irán: si los americanos abandonaron al sha fue porque esperaban encontrar un lenguaje común con los integristas de Jomeini. Asistimos hoy a un acercamiento entre Irán y Estados Unidos, y Occidente en general, y no hablemos ya del Irangate. En consecuencia, hay un uso interesado del integrismo, de un cierto desorden que en el Norte se puede ver como una forma de regular los problemas insolubles del Sur. Y ésa es una forma muy peligrosa de pensar porque suprime todo espacio de racionalidad, de diálogo entre culturas. Y creo que el interés de Europa en relación al mundo árabe es el de preservar ese espacio de comprensión en lo económico, en lo cultural y en lo político. Renunciar a defender en dos tercios del planeta la universalidad de los valores que defendemos en nuestra propia casa sería la filosofía del apartheid. Un apartheid a escala mundial".

Mucha gente miraba a Francia a la hora en que se afilaban los cuchillos. Había quien soñaba con una iniciativa mediterránea, de los países que son vecinos de la hoguera que puede arder desde el Éufrates a Agadir. "Todo se produjo como si cada quien esperara a ver qué hacía Francia. Pero no olvidemos que ni España ni Italia se destacaron en tomar una posición independiente. Y si Francia se hubiera desmarcado, con toda seguridad se habría quedado sola. Los demás la habrían sostenido a medias. No digo esto para quitarme el muerto, sino porque no creo que fuera tan arriesgado ir contra la voluntad americana. Pero sí es verdad que Francia ha preferido la política de influencia a la de independencia".

Jean Pierre Chevenèment se considera, antes y después de la caída del muro, un hombre de izquierda; incluso más ahora que las cosas no andan claras. ¿En qué consiste ser de izquierdas en la Europa de los noventa? "En crear una sociedad solidaria y no dual, una Europa europea y no americana, un diálogo entre Norte y Sur y no un enfrentamiento".

"Ocurre que no somos anglosajones"

¿Y Europa? Desbordada, probablemente sí, por su omisión en la crisis del Golfo, pero ¿puede ser ésa su última palabra? "Creo que la potencia dominante en Europa va a ser Alemania, pero los países del Mediterráneo constituyen un contrapeso considerable. Diré incluso que una Europa digna de tal nombre se formaría en torno a la unión de germanos, eslavos y latinos. Italia y España son países de gran dinamismo, como demuestra Italia desde hace 40 años, y España, recuperando su retraso económico, con lo que se dan las condiciones para que las tres puedan hacer mucho si están unidas. Añado que Francia y España tienen especiales afinidades porque ambas son naciones antiguas, muy apegadas a su independencia; ocurre que no somos anglosajones".La Europa de Chevenèment es la de un compromiso que no quiere optar entre Norte y Sur, sino más bien por el extenso cuadrilátero que, en definitiva, es la Europa continental. La Europa del futuro, basada más en errores ajenos que en aciertos propios -"la experiencia enseña que la política americana es errática bajo la presión de lobbies cuyos intereses no coinciden con los europeos"- le lleva a afirmar: "La construcción de Europa es posible. Hay tres polos de poder económico: Japón y Estados Unidos, que son naciones proteccionistas, y un bajo vientre llamado Europa, que hemos de organizar. Ésa es nuestra tarea histórica".

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