¿Cuándo supiste que te habían dejado sólo?
Inmaculada Gómez es alta, como el resto de las amantes de Amedo que han desfilado por el Juicio. Ese debe ser su tipo. Lleva una melena rubia de rizos escalonados y un gran bolso plateado, como los zapatos. No mira a los acusados antes de sentarse, y comienza a responder a un fiscal que pregunta con la frialdad habitual. No hay tensión en las preguntas, parece que es la testigo quien ordena poco a poco lo que quiere decir; que es ella, a pesar del fiscal, quien logra convertir su testimonio en algo coherente.Cuenta que al leer en la prensa que él había pagado con su tarjeta las cuentas de Portugal, le preguntó por qué lo había hecho. "Porque se me acabó el dinero". "¿No serás cabeza de turco?, comentó Inmaculada. Y el acusado respondió enfadado: "Yo no soy cabeza de turco de nadie".
Esto ocurrió en abril del 87. En Madrid. Ella le había acompañado en aquel viaje que hizo Amedo "para reclamar a sus jefes, porque no quería estar como estaba". El creía que sus jefes no se estaban portando bien con el". En Madrid no le había querido recibir Martínez Torres, y al volver, en la cocina, le dijo que le ayudara a tranquilizar a Michel, porque estaba muy nervioso.
Inmaculada ha contado así, cronológicamente, los sucesos que llevan a los dos acusados a pensar y realizar el atentado contra García Goena. Los hechos se desemcadenaron en el mes de julio. "Amedo me dijo que iban a morir dos hombres y que no eran de ETA". Yo vi cómo empezaban a prepararlo, para llamar la atención de sus jefes. "Porque le estaban dejando solo y el no era un policía normal, el era un agente del Gobierno al que no se podía dejar tirado". Luego llevan la bomba a casa de Inmaculada, en una bolsa de El Corte Inglés, y la dejan en el dormitorio. Blanca, dice Inmaculada, le preguntó a Michel Domínguez por que hacía aquello. Y el ayudante de Amedo le dio una razón llena de coherencia con el resto de] relato, con las tensiones de los meses anteriores: "Nole voy a dejar solo, es mi amigo y estaré con él hasta el final".
Ella recuerda muy bien el paquete. Recuerda aquel tiempo, cuando estaba enamorada de Amedo y éste le decía que cuando todo acabara quería llevarla con el, a algún país lejano de América del sur. Con dinero, porque se lo iban a dar. "Habló de cien millones". Hacía tiempo que el acusado no hablaba, como antes, de que le iban a pagar los servicios prestados con una embajada.
Asegura que decide traicionar a su amante cuando matan a Goena. Cuando le preguntan por qué no fue a la policía nada más suceder los hechos, ella responde asombrada, como si aquella pregunta estuviera fuera de lugar. ¿,Cómo iba a ir a la policía?
Amedo ha dicho que Inmaculada ha actuado por despecho amoroso. Tal vez sea cierto. Tal vez no fue tan inocente como asegura su encuentro con Txema Montero. En las cintas que mandó grabar el juez Garzón, la testigo de cargo dice: "Estoy harta de los políticos, lo único que les interesa es cargarse al Gobierno. Y yo estoy aquí, entre Montero y Miralles. Comiéndome el coco".
Abrumaba verla desgranar una historia de amor y horror que sonaba casi siempre real. Ha dejado a los acusados al descubierto en dos sentidos. Anudando su culpabilidad, Y mostrando que, después de todo, Amedo fue abandonado a su suerte por sus jefes.
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