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Difundir la innovación tecnológica en España, ésta es la cuestión

El autor afirma que la sociedad española necesita abrir un debate sobre los efectos de la tecnología en el desarrollo económico. El artículo pone énfasis en la necesidad de una mayor formación tecnológica y propone la puesta en marcha de la formación permanente y acabar con la dispersión de los centros de enseñanza.

El pasado mes de marzo apareció en estas mismas páginas un importante artículo Firmado por el profesor Manuel Castells que llevaba por título Las tecnologías de la información en España. ¿El estado de la cuestión? Una cuestión de Estado (EL PAÍS, 9 de marzo), en el que se planteaban aspectos fundamentales para el futuro de la economía española que considero deberían ser objeto de reflexión y análisis. En un país tan poco dado al estudio riguroso de los temas relacionados con la innovación tecnológica, excepciones como la que representa el profesor Castells deberían ser objeto de mayor reconocimiento y difusión, pero me temo que la baja nómina de escritores se corresponde con la de lectores y que el citado artículo no moverá a la reflexión y análisis a que antes me refería y que el mismo merecería. Deseo, sin embargo, aportar algunos elementos para intentar favorecer el debate desde una perspectiva relacionada con la prestación de servicios técnicos a la pequeña y mediana empresa industrial.El citado artículo introduce la cuestión de las tecnologías de la información en España con dos ideas básicas que se repiten a lo largo del mismo y que, desde mi punto de vista, no se corresponden con la realidad industrial del país.

En primer lugar, se afirma que "... aquellas economías con una base débil en tecnologías de la información sufren un déficit comercial creciente en la medida en que tienen que importar equipos indispensables para el funcionamiento de las empresas e instituciones...". Desde mi punto de vista, ello solamente es válido para algunos sectores y para el corto plazo. En efecto, la industria de un país -como demuestra, por ejemplo, el caso sueco- puede disponer de unos sectores productivos que en su conjunto tengan un alto potencial tecnológico y, por tanto, relacionados con las nuevas tecnologías a partir de programas públicos y privados de modernización del conjunto del tejido industrial y de formación técnica del personal.

Asimismo, el déficit comercial puede ser necesario a corto plazo, con el fin de favorecer la creación de un tejido industrial competitivo y, por tanto, de una economía con un sector exterior equilibrado a medio y largo plazo.

En segundo lugar, se establece que "... la falta de un tejido industrial productivo en tecnologías de información conduce a una falta de conocimiento adecuado de los usos de los equipos por parte de los utilizadores y condena a las empresas a depender de tecnologías en grado avanzado de comercialización, es decir, atrasadas con respecto a los equipos más recientes...". Esta integración productor-usuario, potenciada por la proximidad física, no se da en la realidad, y mucho menos en nuestro país. Por un lado, hoy las empresas del sector de las NTI compiten a nivel mundial y están interesadas en conquistar mercados nacionales en dura competencia con los otros fabricantes. Cuando Siemens presenta una novedad en Alemania, al mismo tiempo todas sus empresas filiales en el mundo reciben la misma información, pues en caso contrario podrían perder la ventaja comparativa y, por tanto, el mercado.

En sentido contrario, el hecho de que IBM tenga una planta de producción en Valencia no tiene mayores efectos en su entorno que el nivel de renta que genera directamente y su contribución a las cifras de exportación a las que destina la mayor parte de su producción.

La cuestión fundamental no consiste, por tanto, en la existencia o no de un sector productor de nuevas tecnologías, situación que, por otra parte, sigue sus propias reglas y responde a planteamientos estratégicos y de statu quo tecnológico mundial dificilmente modificables. La cuestión fundamental se debe centrar en la capacidad de promover la difusión de las innovaciones tecnológicas que se generan a nivel internacional y de favorecer los mecanismos que faciliten su asimilación creativa por parte de la empresa española.

Demanda concentrada

Parece, asimismo, muy optimista su referencia a que "... la falta de recursos humanos necesarios al desarrollo de tecnologías de información parece en vías de solución..." por el hecho de que en cinco años se haya pasado de tres a 13 escuelas superiores de ingenieros de telecomunicación y otros centros de enseñanza universitaria. Con independencia de la mayor o menor adecuación de la formación que se imparte a las necesidades del entorno industrial, quedan pendientes varios problemas, de entre los que se pueden destacar la dispersión geográfica de la oferta educativa, con la consiguiente disgregación de los equipos humanos de profesorado, por otra parte muy poco acorde con la concentración de la demanda de técnicos entre Madrid y Barcelona. O también, todo el importante problema de la formación permanente, imprescindible en unas tecnologías sometidas a un proceso de cambio acelerado único en la historia.

En realidad, la falta de formación técnica es el elemento fundamental que puede retrasar la difusión de la innovación tecnológica en España y, por ello, es la variable estratégica sobre la que se debería actuar enérgicamente, tanto desde el sector público como desde las empresas. La mejor política tecnológica de un país, y la que proporciona efectos positivos seguros a corto, medio y largo plazo, es la política de formación de personal especializado a todos los niveles a menudo se olvida la formación profesional- y, sin embargo, ni los respectivos departamentos de industria ni los de enseñanza de las distintas administraciones públicas han sido capaces hasta la fecha de resolver adecuadamente este tema, que, a pesar del optimismo del profesor Castells, sigue siendo el principal problema de la industria española.

A partir de la constatación, generalmente aceptada, de la relación directa existente entre innovación tecnológica y desarrollo económico, se trata de ver cuáles son los mecanismos que favorecen esta innovación a partir de la estructura económica y de los condicionantes sociales de un país, en el marco de un sistema económico abierto y fuertemente competitivo. Cada país deberá encontrar su estrategia más adecuada con las especificidades propias de su posición en el escenario económico Internacional, dosificando los distintos ingredientes para conseguir la resultante adecuada sin seguidismos y sin modelos preconcebidos válidos para otras latitudes.

Dos tipos de acciones

En nuestro caso, sin abandonar un necesario sustrato tecnológico relacionado con la función I+D -selectivo, orientado hacia la D, relacionado con la industria fabricante y usuaria- se debería poner el acento -y la mayor parte de los recursos públicos y privados- en la promoción de la difusión de innovaciones tecnológicas en el conjunto del tejido industrial y de servicios mediante dos tipos de acciones:

1.- Apoyo a las creación y potenciación de infraestructuras técnicas de servicios a la empresa, distribuidas en el territorio en temas como: servicios de información tecnológica, centros de formación técnica en especialización y formación permanente, centros de demostración sobre nuevas tecnologías, servicios de asesoramiento técnico en tecnologías horizontales, centros de desarrollo aplicado, laboratorios de ensayo y calibración, etcétera.

2.- Programas de promoción pública para fomentar una correcta incorporación de nuevas tecnologías y la utilización de los servicios anteriores por parte de las empresas mediante campañas de sensibilización y subvenciones parciales del coste de los mismos.

Creo que la sociedad española, en su conjunto, no ha sido capaz hasta el momento de realizar una seria reflexión sobre tecnología y perspectiva económica, lo que plantea graves problemas para un sistema social que sólo tiene sentido -en términos de renta y bienestar- si es capaz de mantener y acrecentar su base industrial.

es director general del Instituto Catalán de Tecnología.

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