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Mariano Rubio insiste: "Hay que reducir el déficit y contener el gasto público"

Andreu Missé

Dos años después de la entrada de la peseta en el Sistema Monetario Europeo (SME) -hoy se cumple el segundo aniversario de la incorporación de la divisa española al mecanismo de cambios- se han desvanecido casi todos los malos presagios que aventuraban serias dificultades para la economía española. Aunque uno de los objetivos básicos que motivaron el ingreso -reducción de la inflación sólo se ha conseguido parcialmente, la mayoría de opiniones autorizadas consideran que el balance de la decisión ha sido muy positivo.

Para valorar esta decisión, EL PAÍS ha recogido las opiniones de Mariano Rubio, gobernador del Banco de España; Pedro Pérez, secretario de Estado de Economía, y Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid.Para el gobernador, la lucha contra la inflación continúa siendo prioritaria. Recuerda que "el Banco de España insiste constantemente en la necesidad de redoblar la política antiinflacionista, actuando tanto del lado de la demanda como de la oferta. Ahora bien, no hay que olvidar que cuando entramos en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo, en julio de 1989, la inflación estaba acelerándose fuertemente, habiendo aumentado en el plazo de un año casi tres puntos; por el contrario, en estos momentos la inflación está desacelerándose, y a finales de año espero que estemos en una cifra muy cercana al 5%. La situación ha mejorado, pues, aunque, insisto, tenga que mejorar todavía mucho más. Por otro lado, hay que tener presente que los cambios que se han producido en el Sistema Monetario Europeo no han tenido efectos inmediatos muy a menudo, sino que éstos han tardado tiempo en manifestarse. Recuérdese, por ejemplo, en este aspecto el ejemplo francés. Con todo, hay que señalar que la entrada en el mecanismo de cambios ha tenido también otros efectos beneficiosos, como, por ejemplo, dar una mayor estabilidad al mercado de cambios". Para el gobernador, ha llegado el momento de que la política presupuestaria adopte un mayor protagonismo para suplir las insuficiencias de la política monetaria, cada vez más limitada por los compromisos del SME. Sin embargo, considera que "la política monetaria seguirá siendo muy importante, pero cuando hay un objetivo de tipos de cambio no puede actuar en solitario, sino que necesita la colaboración decidida de la política presupuestaria. En las circunstancias actuales, creo que el esfuerzo presupuestario hay que hacerlo tanto en la reducción del déficit como en la contención dentro de límites razonables del crecimiento del gasto público. Si esta contención no se produjera, el aumento de la carga fiscal tendría que ser muy rápido, y ello incidiría desfavorablemente en los precios".

Dificultades

A pesar de las crecientes dificultades para converger con las economías europeas, Rubio considera que "es posible que algunos países no puedan o no quieran entrar en la unión monetaria cuando ésta tenga lugar. El Consejo Europeo de Roma decidió ya, sin embargo, que sería a partir de 1997 cuando se plantearía el comienzo de la unión monetaria, es decir, cuando se fijarían los tipos de cambio de forma irreversible. Para esas fechas confío en que España pueda estar en el grupo de países que reúnan las condiciones necesarias para formar la unión monetaria. Para ello habrá que hacer, por supuesto, un esfuerzo en la política de estabilidad de precios y de saneamiento financiero, pero espero que seamos capaces de ello, porque de otra forma pagaríamos un alto precio".

Admite que evitar que España se sitúe en el carril lento en el proceso de la unión monetaria "será, sin duda, una de las tareas más difíciles del Gobierno durante los próximos años. Pero no me parece en absoluto imposible; exigirá, eso sí, mejorar algunos aspectos del funcionamiento del sector público en el sentido más amplio del término".

Para el secretario de Estado de Economía, Pedro Pérez, "lo importante es que se ha aceptado la disciplina del sistema y es muy significativo que los empresarios ya no hablen de devaluación y sí de competitividad. La experiencia ha sido positiva porque ha aumentado la credibilidad de la política antiinflacionista del Gobierno".

Pérez estima que "el balance de estos dos años ha sido positivo, por cuanto la integración en el SME ha colaborado a mejorar la combinación de las políticas económicas instrumentadas para resolver los problemas que se iban presentando".

Según el secretario de Estado, otro aspecto positivo de la intregración es que se ha eliminado la incertidumbre de los exportadores e inversores derivada del riesgo de cambio por lo que la evolución de las ventas al exterior y de la inversión extranjera directa ha sido muy positiva. En su opinión, la integración de la peseta en el Sistema Monetario Europeo ha contribuido también a disminuir los movimientos especulativos de capitales, que producían oscilaciones erráticas de la peseta.

Paradoja

Por su parte, Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid, dice que Ia decisión fue acertada. La peseta ya venía desde dos años antes rondando la disciplina del SME, en especial frente al marco alemán. Desde entonces, no se han manifestado tensiones especiales, a excepción de la inmediata apreciación de la peseta, situándose en su límite superior de fluctuación. Esa paradójica condición de moneda más fuerte de Europa no es sino la consecuencia de la aplicación en solitario de la política monetaria para la reducción de la inflación".

"En cierta medida", añade Ontiveros, "podría señalarse que la diversificación de actuaciones propuesta en el plan de competitividad debería haberse iniciado entonces. En estos dos años se han puesto de manifiesto las dificultades de alcanzar la convergencia propuesta con las tasas de inflación de los países del núcleo del SME únicamente con políticas de demanda".

Sobre un eventual estrechamiento del margen de fluctuación, considera que "no tiene mucho sentido ahora". Estima que es preferible que se reduzcan los diferenciales de inflación y tipos de interés". Cree que la reciente depreciación de la peseta está amparada en expectativas de descenso de tipos de interés en algún país industrializado.

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