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ELECCIONES EN RUSIA

Yeltsin prefiere las inversiones al dinero occidental

Pilar Bonet

Borís Yeltsin, el candidato favorito a la presidencia de la Federación Rusa, no quiere pedir dinero a Occidente, sino que los occidentales vengan a Rusia con sus propuestas de inversión. Así lo manifestó a EL PAÍS el líder ruso en respuesta a la pregunta sobre las diferencias entre él y el presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, en lo que a la ayuda occidental se refiere. "No quiero ir con la mano extendida. Ésa es la diferencia", dijo Yeltsin al término de una reunión con dirigentes de la región de los Urales. Yeltsin no quiere dejar endeudados a sus nietos y quiere que la ayuda occidental tenga unos "límites razonables".

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Borís Yeltsin fue recibido con calor y entusiasmo en su tierra natal de SverdIovsk, donde pasó la jornada del domingo, concluida con una visita al hospital donde Claudia Vasilledna, la octogenaria madre del dirigente, está internada.El líder ruso repitió que su periplo por las provincias es un viaje de trabajo y no una gira electoral. Sverdlovsk, sin embargo, fue la culminación de la campaña electoral de Yeltsin, aunque éste visita hoy la ciudad de Zamara y mañana la República de Komi.

Yeltsin se ha negado a participar en. una mesa redonda conjunta de los seis candidatos que se presentan a las elecciones del miércoles, alegando que su programa, estaba organizado ya cuando le invitaron. Sus adversarios afirman que tiene miedo al debate público, pero observadores neutrales piensan que Yeltsin se coloca por encima de sus rivales. En el teatro Kosmos de SverdIovsk, cuyos 1.500 asientos habían sido repartidos por invitación, Yeltsin dijo que sus enemigos llevan una campaña contra él, cuya esencia es "cualquiera menos Yeltsin".

Yeltsin obtendrá entre el 51 % y el 58% de los votos en la primera vuelta electoral, según el periódico Rosiskaia Gazeta. Tienen derecho a votar 105 millones de personas y se espera una gran participación. El segundo será, según las mismas encuestas, el ex jefe del Gobierno Nikolái Rizhkov. Los pronósticos más bajos dan un 44% de los votos a Yeltsin, lo que implicaría una segunda vuelta.

En los últimos tiempos, la popularidad del líder ruso ha descendido entre seis y siete puntos. Este fenómeno está aparentemente vinculado a su actitud más conciliatoria con Gorbachov, que le distanciaría del sector populista. Funcionarios del equipo de Yeltsin en SverdIovsk lamentaban no haber trabajado más para esclarecer ante la opinión pública el certificado del llamado pacto de Novo-Ogarovo.

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Evitar atacar a Gorbachov

Yeltsin no atacó ayer a Gorbachov, aunque se mostró partidario de que éste "haga sitio" en el Kremlin para el presidente de Rusia. Yeltsin dejó claro que sus diferencias con Gorbachov se mantienen en relación a la industria de Defensa (que Yeltsin quiere ver bajo jurisdicción rusa) y en el sistema impositivo. Gorbachov quiere que la industria de Defensa dependa del centro, y estaría dispuesto a aceptar un sistema impositivo de un solo canal si no le presionaran los dirigentes de Kazajistán y Uzbekistán, según dijo Yeltsin.

Éste acusó al líder kazajo Nursultan Nazarvayev de retener unos suministros de cereales para Rusia con objeto de presionar para que esta república acepte un sistema impositivo doble. Esta fórmula supone la existencia de un fondo central común con el cual Moscú puede subvencionar a las repúblicas que no se autofinancian. El impuesto de un canal supone que las repúblicas son los únicos recaudadores fiscales, que a su vez dan al centro lo que éste necesita para mantenerse.

Yeltsin tiene intención de viajar próximamente a Estados Unidos por invitación del Congreso norteamericano. Ayer reiteró la vocación europea de Rusia y su deseo de incrementar la cooperación con los países ex socialistas. Yeltsin dijo que los acuerdos entre estos países y la Unión Soviética están atascados porque Moscú quiere introducir una fórmula que prive a estos países del derecho a ingresar en otras organizaciones, por temor a que pudieran entrar en la OTAN.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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