Negociar con ilusiones
Hace aproximadamente cinco años, y tras un intenso periodo previo, de reflexión y cálculos, mi mujer y yo decidirnos comprar un piso. La búsqueda y la evaluación de todo tipo de circunstancias en tomo a lo que sería nuestro nuevo hogar fue exhaustiva (proximidad a los centros de trabajo, proximidad de zonas verdes, de colegios, de paradas de autobuses, de comercios, etcétera). Obviamente, buscábamos una quimera, y a fe que casi lo conseguimos. (¿Que por qué casi?
1. Era caro. Pero, como era prometedor, hicimos un esfuerzo.
2. Una gran parte de la zona donde está situado nuestro piso estaba todavía sin urbanizar; pero merecía la pena vivir algún tiempo en un solitario descampado, porque los planes del Ayuntamiento de Madrid, de la Comunidad autónoma y de no sé quién más eran los de dotar dicha zona con los anhelados y quiméricos servicios. Pues bien, trancurridos los años, la proyectada zona verde de enfrente no va a existir (parece ser que van a construir), el núcleo de infraviviendas que nos rodea ya no va a desaparecer (maravilloso paisaje) y, para colmo, la denominada vía Sinesio Delgado-Puerta de Hierro, que, según consta en los planos y planes, debería estar situada a 20 metros de mi casa, estará a 6 metros (¿se imagina 14 metros de ruido y contaminación constante que me regalan para el resto de mi vida?).-
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