Elogios en Japón al dominio de Felipe González en el arte del 'bonsai'
El presidente Felipe González dedicó también su segunda jornada de estancia en Japón a su gran afición, el cultivo de los bonsais, que a diferencia de lo sucedido el sábado no se limitó a observar. Se puso manos a la obra, y su profesor, Saburo Kato, presidente ejecutivo de la Asociación Japonesa de Bonsais, afirmó en tono elogioso que su conocimiento y técnica equivalían a por lo menos 10 años de estudio de estos árboles enanos milenarios.
Por la noche, González cenó con la delegación que le acompaña, integrada por los ministros de Industria y del Portavoz, Claudio Aranzadi y Rosa Conde, que aprovecharon la jornada para visitar el pueblo medieval de Nikko. Hoy se inicia la visita oficial, que incluye una entrevista con el primer ministro, Toshiki Kaifu. Además, el presidente del Gobierno tiene previsto ofrecer hoy un almuerzo a personalidades del mundo empresarial japonés. González recibirá en audiencia al presidente de Nissan, Yukata Kume. Mañana, martes, el presidente y su esposa almorzarán con el emperador de Japón en el palacio imperial.Cinco largas horas pasó el jefe del Gobierno ayer en el vivero de Mansei del pueblo de Omiya Koen, a una treintena de kilómetros de Tokio, y, cuando concluyó el cursillo, su insaciable pasión le llevó a desplazarse hasta otro vivero situado en el cercano pueblo de Ina, donde permaneció menos tiempo.
Tres expertos nipones, encabezados por el hijo primogénito de Saboru Kato, le impartieron primero una clase a González sobre cómo construir diversas modalidades de bonsais. La lección concluyó con una comida japonesa a base de pescado crudo, con los comensales sentados en el suelo, en la que el sake (licor local) o la cerveza fueron sustituidos por vino español.
Tras el almuerzo, el alumno González puso en práctica sus conocimientos con la ayuda de dos expertos españoles expresamente venidos de Madrid. Uno de ellos, el arquitecto Luis Vallejo, interrumpía de vez en cuando su colaboración para inmortalizar el momento con una cámara de vídeo. El trío diseñó dos bonsais, uno algo asilvestrado en torno a una roca y otro más ordenado parecido a un bosque en miniatura, que el presidente dejó allí no sin pedir a los Kato que los cuidasen con cariño hasta su próxima visita.
"Ha sido una jornada bellísima; me encanta el arte de los bonsais", dijo González a la prensa cuando se marchó.
Buenos auspicios
Cuando el primer extranjero nombrado miembro honorario de la Asociación Japonesa de Bonsais se despidió de sus anfitriones, el maestro Kato se deshizo en elogios de su huésped. Tras confesarse impresionado por los conocimientos de González, afirmó: "Está cada vez más familiarizado con Japón". Su afición por los bonsais es "de gran ayuda para el entendimiento de nuestros pueblos", añadió, dando así la razón al presidente, que sostuvo el sábado que su pasión es útil a los intereses de España.El hombre de la calle no se ha enterado, sin embargo, de la afinidad de González con la cultura japonesa. Sorprendentemente la televisión nipona no fue autorizada a entrar en el vivero de bonsais para filmar al presidente con las tijeras de podar.
La visita oficial del presidente empieza también bajo buenos auspicios. "González es hoy", declaraba a EL PAÍS Tetsuo Ito, director de Europa Occidental en el Ministerio de Exteriores nipón, "un dirigente de peso internacional, jefe de Gobierno de un país miembro de la CE y de la Alianza Atlántica y cuya economía ha experimentado un espectacular desarrollo". "Por eso nos interesa conversar con él y estrechar lazos con España".
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