Los maestros, la grandeza y la 'jondura'
Soleares, alegrías, siguiriyas y bulerías fueron los puntos cardinales de una estrella de cante ejemplar. José Mercé es un flamenco de los pies a la cabeza. Canta con rabia, rompe el grito, desgarra el alma, pero de pronto puede contenerse, escucharse y matizar con un gusto exquisito. Lo suyo fue una lección.También Chaquetón y Naranjito demostraron su magisterio. Chaquetón estuvo enorme en la malagueña del Mellizo, en las romeras de su tío El Chaqueta y en unos tangos a los que aportó una increíble diversidad de matices. Naranjito hizo, como siempre, un alarde de voz brillante y de conocimiento de los estilos; su cante tiene una indudable perfección formal; flaquea, quizá, en el duende, en la jondura; con frecuencia se entrega a ejercicios de voz más propios de un divo de ópera o de zarzuela. Mucho más convencional y limitado fue el recital de Villar.
VIII Festival de la Peña Chaquetón
Cante: José Mercé, Juan Villar, Chaquetón, Naranjito de Triana. Toque: Enrique de Melchor, Juan Habichuela. Baile: Ana Parrilla. Madrid, cine Consulado, 1 de junio.
Habichuela y El de Melchor, también estuvieron maestros. En ellos es ya una costumbre. El toque de Juan es un milagro de expresión, cómo con una economía de recursos que llega al ascetismo sacude los hondones más recónditos de nuestro ser. El de Melchor, que actuó también en concierto con un grupo, fue más brillante, derrochando una rica gama de musicalidad.
Ana Parrilla, en un escenario imposible para el baile, no pudo desarrollar todo lo que su gran clase le permite, pero aun así dejó constancia de su señorío y de su magnífico empleo de brazos y manos.
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