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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La pura música de Haydn y Mozart

En la historia, como en la vida, son difícilmente separables los nombres de Haydn, el de larga vida, y Mozart, el de resumida existencia, pues encarnan desde la cima todas las significaciones del clasicismo vienés. Entre uno y otro compositor son más las diferencias que las similitudes, pero, en todo caso, es acertado dedicar a ambos, como ha hecho el Festival de Scherzo, un par de sesiones que se encomendaron a la Orquesta de Cámara de Holanda, dirigida por Antoni Ros Marbá con la colaboración de dos solistas notables: el supervirtuoso violinista Kantorow y la supersensible pianista Cristina Bruno.Jean Jacques Kantorow, nacido en Cannes en 1945, es descendiente de rusos, pero su formacion con Hubeau y Benedetti le aparta un tanto de esa escuela. Su poder virtuosista parece no tener límites y se eleva por encima de su comunicatividad afectiva en versiones que nos vencen mucho más que nos convencen, no sólo desde la perfección de la técnica mecánica, sino también desde un sonido de rara luminosidad. Con todo, sus mejores consecuciones se nos dieron en los movimientos extremos del Concierto en la mayor número 5 (1775).

Orquesta de Cámara de Holanda

Director: A. Ros Marbá. Solistas: J. J. Kantorow, violinista, y C. Bruno, pianista. Obras de Mozart y Haydn. Auditorio Nacional. Madrid, 31 de mayo y 1 de junio.

Por contra, el andante del Concierto en do mayor número 21 (1785) nos mostró cuánta hondura expresiva, qué largo repertorio de perspectivas almacena en su espíritu Cristina Bruno, una coruñesa descendiente de austriacos. No se insinúa demérito alguno para los otros movimientos expuestos por Bruno con una naturalidad sólo posible desde el entero dominio, pero sin la menor vanidad virtuosística. Nuestra pianista logró, como valor general, una prodigiosa unidad de pensamiento en su Mozart, terso, fluido, encantatorio en la sucesión de invenciones. Schubert se adivina lo mismo que desde Haydn se nos abre el mundo beethoveniano.

Cuando Ros Marbá se sumerge en la música hay que esperar de él verdaderas maravillas. No hace música: es la música misma. Contando con la alta calidad de los profesores holandeses, Ros Marbá explicó, con razones intelectuales y cordiales, el trasfondo de dos grandes sinfonías de Haydn: la 88 en sol mayor, de 1787, y la 104 en re mayor, Londres, de 1795.

Desentrañar el sentido y puntualidad hasta el más mínimo detalle fue lo que hizo Ros con sus músicos holandeses tanto en Haydn como en esa temprana y angélica Sinfonía en la mayor del Mozart quinceafiero. Habría que citar al menos las oberturas -Don Giovanni, Figaro-, presencia viva de un Mozart sustancialmente dramático.

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