El abismo de los impuestos especiales

Si el IVA marca diferencias entre los países de la Comunidad, los impuestos especiales que gravan el consumo de bebidas alcohólicas, tabaco y productos petrolíferos representan un abismo. La fosa en este caso separa al Norte y al Sur de la CE. La presidencia luxemburguesa, imbuida del "espíritu pragmático- de la comisaria Scrivener, ha planteado un compromiso asumible por todos.España tendrá que ajustar al alza el recargo fiscal que grava las gasolinas, multiplicar por dos el impuesto actual sobre los alcoholes destilados y aumentar significativamente (de un 20,7l% del precio actual al 50'Y,, o el 56%) la tasa sobre el consumo de cigarrillos. La reforma parece aceptable una vez que se ha salvado el problema del vino.

El vino de mesa, igual que los espumosos, están exentos de impuesto especial en Italia, España, Portugal, Alemanía y Grecia. En Francia se implica un gravamen moderado en una política de privilegiar el tinto de marca frente al peleón. La Comisión Europea proponía un impuesto especial de algo más de 1.000 pesetas por hectólitro con el objetivo de duplicarlo a corto plazo. La propuesta es inaceptable en el sur por razones contrarias a las dc1 norte, donde el recargo es elevado en el vino y estratosférico en las bebidas alcohólicas.La solución es permitir el ¡rnpuesto especial de tipo cero para el vino. Al igual que en el caso del IVA, en las tasas especiales o accisas el objetivo es la libre circulación de mercancías sin ningún ajuste fiscal en frontera. Para ello, bebidas alcohólicas y tabaco tendrán que circular de país a país con determinados requisitos de control y a través de depósitos autoriza.dos. Esas medidas burocráticas suponen un coste para las pequefias empresas, de carácter artesanal. La solución es permitir una excepción de precintos, vítolas, guías de circulación y otros requisistos a los cosecheros pequeños de vino, aunque Alemania plantea un trato igual para la cerveza.