"A un cantante sólo lo madura el tiempo"
Conocida en todo el mundo por haber cantado en la boda de Lady Di en 1981, la soprano neozelandesa Kiri Te Kanawa ya era por entonces, para críticos y aficionados, una de las principales intérpretes de la escena internacional. A los 47 años se encuentra en plena madurez, estado que considera sólo una cuestión de tiempo, lejos de la inseguridad y las dudas que se perciben en sus grabaciones de juventud, recién aparecidas en el disco La joven Kiri. La cantante ha actuado por primera vez en España en Barcelona y Valencia, y hoy lo hace en Madrid.
Pregunta. He leído que usted empezó a conocer la música a través de su madre adoptiva. ¿Qué pasó con sus padres naturales?
Respuesta. No lo sé. Y no estoy interesada en ello.
P. ¿Pero es cierto que fue adoptada a las cinco semanas de su nacimiento?
R. Sí.
P. ¿Y cómo fue su vida con sus padres adoptivos?
R. Simplemente normal. Como la de cualquier otra persona. Esta es la razón por la que no estoy interesada en encontrar a mis auténticos padres, porque he tenido una familia maravillosa.
Yo misma he acabado por adoptar a dos niños, no tengo hijos propios, y espero que no sientan tampoco nunca la necesidad de buscar a sus padres naturales.
P. Ha aparecido un disco suyo, La joven Kiri, que reúne sus primeras grabaciones. ¿Por
qué ha publicado este disco? ¿No temía que el público la escuchase siendo tan joven?
R. Sí, pero la compañía discográfica deseaba publicarlo, y es difícil parar el proceso. En lo que sí intervine fue en tratar de que tuviera la mejor calidad posible. Y así ha sido.
P. ¿En qué ha cambiado como cantante desde aquellas grabaciones hasta ahora?
R. No es posible la comparación. Es como alguien que empieza a caminar, y después corre, y veinte anos después se ha convertido en un velocista. No hay comparación posible. Una camina, la otra corre.
P. Pero, ¿cómo es el proceso de maduración en un cantante?
R. Tiempo. Pienso que el proceso es sólo tiempo. Buen aprendizaje; buena técnica; buenos profesores; cantar de forma fluida los papeles más adecuados, no cantar mucho; no viajar mucho... Todo esto lleva a la buena salud vocal, y también a la buena salud a secas.
P.¿Se cuida mucho?
R. Mucho.
P. ¿No bebe agua fría? Me refiero a este tipo de cosas.
R. Trato de no estar entre fumadores, lo que aquí en España es muy difícil porque todo el mundo fuma. Casi imposible. Parece que no se dan cuenta de lo que están haciéndose a sí mismos. Se están matando y al mismo tiempo tratan de matarme a mí también. Así que trato de evitar a los fumadores, y tampoco salgo mucho, no tengo apenas vida social, no voy a fiestas, no hablo mucho
P. ¿Y trata de no adoptar demasiados compromisos para cantar? Hay intérpretes que hoy actúan aquí y mañana tienen cita en otra ciudad.
R. Siempre descanso tres días antes de cada actuación. Descanso tres días, canto, voy a la cita siguiente, tres días de descanso, canto. Nunca llego a la ciudad para cantar esa misma noche.
P. ¿Vuelve a menudo desde Inglaterra a su país?
R. Sí. Estuve en septiembre.
P. Es curioso, pero de la cultura de Nueva Zelanda se conocen ahora en España sobre todo a dos mujeres, usted y la escritora Janet Frame.
R. No la conozco, pero lo haré.
P. ¿Puede decir algo de los cantantes españoles con los que ha actuado?
R. Son muy diferentes, da la impresión de que España posee voces vigorosas, y, sobre todo, voces no necesariamente italianas para los tenores. He grabado Simon Boccanegra con Aragall, West Side Story y Manon Lescaut con José Carreras, y La Rondine con Plácido Domingo. Son gente maravillosa, y Plácido es una gran estrella, una megastar. También los otros, muy caballeros y buenos compañeros, nunca les he visto gritando o chillando.
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