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LAS CIUDADES DE 1992

Barcelona ya ve el mar

La ciudad ha vivido la mayor transformación urbanística desde el siglo XIX

Hay tres ciudades que han venido situando sus expectativas de los últimos años en 1992: Barcelona, que será sede de los Juegos Olímpicos; Sevilla, que acogerá la Expo, y Madrid, capital cultural de Europa en ese año. Para las dos primeras, la cita ha supuesto una renovación que difícilmente dejarán de apreciar sus ciudadanos y visitantes. Madrid, en cambio, no parece que vaya a retener un poso especial tras el acontecimiento. En las tres ciudades, los partidos libran una batalla singular. Maragall parece que inaugurará los Juegos, pese a la amenaza convergente, sin embargo, Sevilla, gobernada por los socialistas, y Madrid, con alcalde del CDS, pueden cambiar de manos.

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La organización de los Juegos Olímpicos de' 1992 ha supuesto para Barcelona una oportunidad de oro para llevar a cabo la mayor transformación urbanística de su historia desde que en el siglo XIX el Gobierno español le autorizó a derribar las murallas que constreñían su crecimiento. Con la excusa de los Juegos Olímpicos, la ciudad ha desempolvado proyectos que estaban aparcados desde hace más de 20 años, obras que una ciudad privada de los beneficios de la capitalidad del Estado habría tardado otros muchos años en realizar. Las inversiones totales, incluidas las oficiales y las priva: das, se acercan al billón de pesetas.Uno de los logros que el proyecto olímpico reportará a Barcelona es la abolición de la pena que pesaba sobre sus ciudadanos condenándolos a vivir de espaldas al mar. El tendido de la línea férrea de la costa, en primera línea de mar, y una amplia y alargada zona industrial en el barrio de Poblenou, que vivió su esplendor a finales del siglo pasado bajo el evocador sobrenombre de el Manchester catalán, habían conseguido que Barcelona perdiese, más allá del puerto y la playa de la Barceloneta, su conciencia de ciudad litoral. La construcción de la Villa Olímpica, allí donde en el siglo XIX la floreciente burguesía industrial catalana asentó sus fábricas; el soterramiento de la línea férrea, y la regeneración del litoral urbano, devolverán a los barceloneses el mar que nunca debieron dejarse arrebatar.

Después de los Juegos de 1992, la Villa Olímpica - bautizada con el nombre de Nova Icária, en honor de los seguidores del socialista utópico francés Etienne Cabet que en 1846 fundaron allí una comuna socialista- pasará a ser el nuevo barrio marítimo de Barcelona, especialmente concebido para las clases medias, y que pretende ser un compendio de la mejor arquitectura barcelonesa; no en vano el diseño de las viviendas ha sido encargado a 18 equipos profesionales premiados por el Fomento de las Artes Decorativas (FAD).

El edificio más alto

Las dos torres gemelas de la Villa Olímpica, con más de 153 metros de altura, serán los edificios más altos de España al superar en unos pocos centímetros a la Torre Picasso de Madrid, y son apreciadas ya en estos momentos como uno de los emblemas de la nueva Barcelona, junto con la torre de comunicaciones del arquitecto británico Norman Foster, que se levanta en la sierra de Collserola, junto al Tibidabo.

Montjuïc es el otro gran escenario de la transformación olímpica de Barcelona. La obra de urbanización que la burguesía catalana emprendió en 1929 con motivo de la Exposición Internacional de ese año, se ha culminado ahora con el Anillo Olímpico, acrópolis que reúne las instalaciones deportivas que constituirán el escenario central de los JJ OO: el remozado estadio olímpico, el Palau Sant Jordi joya arquitectónica concebida por el japonés Arata Isozaki, sin discusión la obra más elogiada por los barceloneses; la universidad del deporte de Ricardo Bofill, y una segunda torre de comunicaciones, a cargo del ingeniero y arquitecto valenciano Santiago Calatrava.

La tercera gran actuación son los cinturones de ronda, el anillo de circunvalación de la ciudad, proyectado en los años sesenta y nunca realizado por falta de presupuesto. Los cinturones de ronda, cuya construcción ha requerido una inversión de más de 100.000 millones de pesetas, son la gran esperanza para el congestionado tráfico de la capital catalana. Se calcula que los cinturones disminuirán en un 20% el volumen de tránsito en el interior del casco urbano, ..con la consiguiente mejora para la calidad de vida de una ciudad atribulada por los atascos y el ruido.

Proyección internacional

Pero el trajín urbanístico de los Juegos no acaba aquí. La ciudad se halla salpicada por todo tipo de obras: parques, plazas, hoteles, aparcamientos subterráneos, edificios de oficinas.... que suman en total una inversión de 700.000 millones de pesetas, de los cuales casi la mitad corresponden a actuaciones de la iniciativa privada.

Seguramente, nunca como en Barcelona la organización de los Juegos Olímpicos fue aprovechada con tanta intensidad para acometer la reforma urbanística de una sede olímpica.

Pero aun así, la capital catalana todavía espera más de los JJ 00. La proyección internacional que reportará el gran acontecimiento deportivo del que miles de millones de personas de todo el mundo estarán pendientes durante 15 días, se plantea como un gran trampolín para consolidarse como capital de la región económica del Mediterráneo noroccidental.

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