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El Ejército yugoslavo se despliega por Croacia y Bosnia-Herzegovina

El Ejército yugoslavo prosiguió ayer con un despliegue masivo por Croacia y regiones multiétnicas de Bosnia-Herzegovina, un día después de que el presidente croata, Franjo Tudjam, rechazara el acuerdo de la presidencia federal yugoslava de desarmar a los reservistas. Largos convoyes de carros de combate y transportes de tropas hicieron ayer una demostración de fuerza por todas las regiones conflictivas, en un intento de crear sensación de seguridad a las minorías étnicas y disuadir de ataques y provocación a los nacionalistas radicales.

ENVIADO ESPECIAL,El Consejo de Estado de Croacia anunció ayer que se niega a "congelar su política de defensa cuando las tensiones están creciendo" reforzando así la oposición a la decisión de la presidencia de desarmar a los reservistas.En último extremo y cuando una intervención de fuerzas del Ejército parecía inminente, el presidente de Bosnia Herzegovina, Izetbegovic, logró convencer a la población croata de la localidad bosnia de Listice de que dejaran paso a un convoy militar bloqueado por miles de personas durante tres días. Izetbegovic logró así evitar lo que hubiera sido el primer caso de uso de la fuerza por parte del Ejército en contra de la población croata.

En Belgrado, el Partido de Renacimiento Serbio de Vuk Draskovic comenzó el jueves una escalada de su retórica belicista para intentar arrebatar a Siobodan Milosevic unas masas serbias cada vez mas convencidas de que "habrá guerra". Draskovic había convocado una "manigestación por la paz" que concluyó llamando a la creación de un ejército serbio que "liberara" los territorios de otras repúblicas en que vive una mayoría serbia. Los participantes respondieron pidiendo armas para defender a "los hermanos serbios" allende las fronteras de esta república.Negativa al desarme

El líder radical serbio de la región de Krajina, Milan Babic, se negó ayer también a desarmar a sus milicias armadas. Miembros de la minoría serbia del pueblo de Borovo Selo, que participaron en el ataque contra la policía serbia y que causó a ésta al menos doce muertos, manifestaron ayer a EL PAÍS que no entregarán sus armas hasta que "se haya desarmado a la policía y los reservistas croatas, y Tudjman esté en la cárcel". Aseguran orgullosos que los policías muertos por sus disparos "fueron bastantes más" y que "Tudjman no quiere reconocerlo porque dejaría claro que vencimos", pero reconocen que "aquí todos sabemos que si pueden los criminales de Zagreb nos matarían. Todos tenemos armas, ricos y pobres que han gastado sus ahorros en una vieja ametralladora y les hemos demostrado que no nos cogerán desprevenidos como en 1941", referencia a los asesinatos de serbios por el gobierno fascista croata durante la guerra.

Armados con fusiles Kalashnikov y viejas ametralladoras Thomson, los jóvenes serbios se mantienen alerta en el centro del pueblo. El viceministro de Defensa, Stane Brovet, que visitó la ciudad el jueves con el primer ministro Ante Markovic, advirtió a la población de Borovo Selo que tienen, al igual que los reservistas croatas, un plazo de diez días para entregar las armas. Según los serbios de Borovo, a sólo tres kilómetros de allí, en el pueblo de Dalj, de población croata, el partido Comunidad Democrática Croata del presidente Tudjman repartió el mismo jueves nuevos Kalashnikov a la población civil. Por las calles no se veían ayer civiles armados como en Borovo Selo.

Mientras tanto, en Belgrado y en Zagreb crecen las dudas sobre la posibilidad real del Ejército para intervenir decididamente, con el uso de las armas, en un hipotético conflicto étnico. La decisión de los jefes para intervenir no es compartida por los oficiales, inseguros de su papel en el conflicto y temerosos de la reacción de una tropa multiétnica en su mayoría no serbia.

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