Ya está bien

LA CONSTITUCIÓN Española establece en su artículo 79 que el voto de senadores y diputados es personal e indelegable, y así lo disponen también expresamente los respectivos reglamentos del Congreso y del Senado. Pues bien, algunos diputados y senadores parecen disfrutar con la transgresión del precepto constitucional y vulnerar, ante la irresponsable permisividad de las presidencias de ambas Cámaras, las normas de procedimiento que regulan sus funciones.Apenas amortiguados los ecos del escándalo suscitado en el Congreso por la votación irregular de la ley que amplía al conjunto de la clase política el privilegio procesal de declarar por escrito ante el juez, en el Senado, en las votaciones efectuadas en el Pleno de ayer sobre la Ley del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, los votos registrados en el panel electrónico fueron 177, frente a 156 senadores presentes. Por extraño que pueda parecer a algunas señorías, conseguir que los ciudadanos españoles pudieran disfrutar de un sistema democrático, en el que los componentes formales son tan esenciales como los contenidos, costó mucho sufrimiento. Despreciar ahora los formalismos parlamentarios, tomarlo a juego o a broma, es también despreciar la esencia democrática.

Lo sorprendente de la reiteración de los hechos es el descaro justificativo de quienes los ejecutan. Las alusiones a los reglamentos denotan más un espíritu burocrático que la asunción íntima de las reglas del sistema. Lo pernicioso de esta práctica, calificada de habitual por algunos conspicuos senadores y diputados, es la lamentable proyección de sus gestos en la sociedad que les eligió consciente y democráticamente, algo que, al parecer, no acaban de entender ciertos elegidos. El talante estúpido o chulesco del "si no quieres taza, taza y media", no encaja cuando la taza es de todos porque la gran mayoría así lo decidió.