La noche de los tonos carnosos
No es el título de una sanguinolenta película de serie B. Pero podría serlo. Es el resumen de una forma ya clásica de concebir el rock en directo como un espectáculo de libre pigmentación, abierto por completo a cualquier color o ritmo. Es la forma, sincera y singular, de entender la música en directo de una banda seguramente irrepetible: The Fleshtones.Desde que editaron en 1979 su primer sencillo, titulado American beat, los miembros de este grupo norteamericano no han cedido un solo palmo de terreno. Fieles a un género indefinible, mezcla de un sinfin de estilos, insisten en convertir sus conciertos en un enloquecido deambular por los tópicos del soul, del rock y de la sicodelia. Este cóctel corre el riesgo de empalagar; son 90 minutos de canciones muy similares entre sí, arregladas bajo dos únicos patrones (con y sin metales) e interpretadas con una coreografía que ya no sorprende como la primera vez.
The Fleshtones
Peter Zaremba (voz solista y armónica); Keith Streng (guitarra y voces); Bill Milizer (batería); Ken (bajo); Steven (saxo); Joe (trompeta).Precio: 1.500 pesetas. Aforo: 600 personas. Madrid, día 6 de mayo, sala Revolver.
The Fleshtones basaron la primera parte de su repertorio en su nuevo disco y dejaron para el final algunas de sus mejores canciones: The world has changed, Roman gods, Hexbreaker, Lalalala y el inevitable American beat, esta vez en su versión 91. Tampoco faltó un recorrido por los experimentos en solitario de Peter Zaremba (Love Delegation) y Keith Streng (Full Time Men). El sonido, aceptable, y la presencia de un público activo pusieron los detalles a un espectáculo original que tiene como única prioridad provocar el baile.
Babelia
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