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"No pienso matar a nadie"

Entre Osjek y Vukovar, dos ciudades en la idílica planicie de Eslavonía, con una bellísima arquitectura austro-húngara, los policías croatas y los civiles serbios y croatas controlan los 31 kilómetros de camino. "No hay problemas, pueden pasar", dice amable un policía croata en el pueblo Koska. "Es ahí, en los pueblos serbios, cerca de Vukovar, donde no puedo garantizar su seguridad". Luego se pone triste: "Mi mujer es serbia, y cerca hay varios pueblos serbios. La gente ahí vive convencida de que vamos a matarlos. Tuve que ir personalmente a todos los pueblos para asegurarles que no pienso matar a nadie".Una decena de kilómetros más adelante, otra patrulla croata: "Pueden seguir sólo bajo su propio riesgo". Mientras el policía advierte, muy cortés, varios civiles armados observan impacientes el coche y su matrícula. Entonces se llega a Tripej, un pueblo serbio, a pocos kilómetros del lugar donde hubo el conflicto entre los policías croatas y los civiles serbios en las barricadas en Borovo Selo. La entrada al pueblo está bloqueda con camiones y tractores. Los civiles armados ordenan detener el coche, cansados, sin afeitar: "No tengan miedo. Les contaremos nuestros problemas".

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Y lo hacen. "Recordamos la matanza de los serbios en 1941", dice George, "y tememos que se repita. Después de que hayan atacado Borovo Selo podrían ven ir aquí. Sólo defendemos nuestras casas y familias. Llevamos aquí varios siglos, es nuestra tierra. No entendemos por qué el Gobierno croata no quiere reconocer nuestra cultura".

Unos 300 metros más adelante, en Tripnjnska Cesta, otra barricada. Policías croatas y civiles armados. La historia se repite. "Nosotros dejamos pasar a todo el mundo, los croatas no harían daño a los serbios. Son ellos, los bandidos serbios, quienes no dejan pasar a nadie". "Escriba que expulsaremos a todos los serbios de Croacia después de lo que hicieron en Borovo Selo", dice un joven con una metralleta en la mano.

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