El difícil acuerdo ecológico de Madrid
El enfrentamiento sobre turismo y explotación de minerales en la Antártida entorpece las discusiones entre 26 países
La conferencia de Madrid sobre la Antártida se ha reactivado tras el bloqueo de las conversaciones observado en días pasados. La presidencia española, apoyada por las principales delegaciones, acordó convocar una sesión extraordinaria y reuniones informales durante el fin de semana, de las que confía obtener un protocolo de compromiso casi definitivo. Este acuerdo parcial se presentaría en la jornada de clausura, el próximo martes, que podría estar presidida por los Reyes. La explotación mineral y petrolífera de la Antártida es el punto más conflictivo, en el que EE UU se ha convertido en el malo de la película. Su postura impedirá el consenso, aunque el documento recogerá la prohibición de tales actividades durante al menos 30 años.
El debate acerca de si el consenso de todos los países para levantar la prohibición de la explotación mineral será necesario o no (postura ésta última mantenida por la delegación estadounidense) se pospondrá probablemente hasta otra reunión. Tampoco se espera lograr un acuerdo en Madrid en el aspecto relacionado con el turismo.Este y otros asuntos serían tratados en una próxima sesión en Madrid o en la ordinaria del Tratado Antártico del próximo octubre en Bonn.
Mucho mejor van las conversaciones para obtener el consenso sobre la protección de la flora y la fauna, los vertidos marinos, la eliminación de residuos, y la protección de áreas especiales, aunque en este apartado existen discrepancias de tipo técnico. Lo que sí parece claro es que la Antártida será declarada reserva natural dedicada a la ciencia y a la paz y que se va a crear un comité consultivo que supervise todas las actividades que se lleven a cabo en el continente.
Responsabilidad legal
Se discute aún si este comité podría tomar decisiones o no, por encima de los países consultivos del tratado, en casos de emergencia. Asimismo está en cuesión cuándo entraría en vigor el protocolo de Madrid, una vez completado y firmado por los representantes de los 26 países con voto en el tratado.Otro de los puntos de conflicto entre las distintas delegaciones consiste en saber cómo se va a juzgar la responsabilidad de las conductas que puedan resultar negativas para el entorno antártico. Éste es un aspecto en el que han insistido de forma especial los grupos conservacionistas.
Dos posiciones enfrentadas han cristalizado estos días entre los países con voto (consultivos) del tratado: los que desean que la Antártida sea declarada reserva natural o parque mundial y que se prohiban las actividades mineras; y aquellos que mantienen que la posibilidad de explotación futura de los recursos minerales y petrolíferos debe quedar abierta. Las grandes potencias defendían esta última postura, pero países como Alemania o Japón han inclinado sus posiciones hacia la prohibición de ese tipo de actividades.
EE UU y el Reino Unido, partidarios de la explotación mineral tras una moratoria o prohibición limitada, desean que no sea preciso el consenso de todos los países para revisarla. Los países más conservacionistas, representados por Australia, Francia, Italia y Bélgica, desean que se prohiban la exploración y explotación de los minerales del continente helado y que se adopten unas normas rígidas de vigilancia y control de todas las actividades, incluidas las científicas.
A la reunión de Madrid asisten unos 300 delegados -diplomáticos, juristas o científicos de alto nivel-. Por segunda vez en la historia de estas discusiones -la primera fue en Viña del Mar (Chile), en 1990-, los debates cuentan con la presencia oficial como observadores de grupos no gubernamentales, como la Antartic and Southern Ocean Coalicion (ASOC), que representa a más de 200 grupos ecologistas.
El Tratado Antártico, firmado por 12 países el 1 de diciembre de 1959, aunque entró en vigor el 23 de junio de 1961, ha sido siempre un modelo de foro internacional donde todas las decisiones se han tomado por consenso. Ello ha permitido que la Antártida esté Iibre de actividades militares, de armamento convencional y nuclear, y que haya sido considerada un laboratorio científico de especial interés para estudiar el medio ambiente. terrestre y su posible evolución.
Las conversaciones, que comenzaron el lunes pasado con buenos augurios, sufrieron a mitad de la semana un bloqueo importante. En esta reunión, en la que están representados 39 países, incluidos los 26 que tienen poder decisorio dentro del tratado, es la primera vez que se discute un marco legal que sea vinculante para todos los países.
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