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OVEJAS NEGRAS

El Lele

"Soy tonto, pero no gilipollas", dice este personaje considerado una Institucion en el Pozo del Tío Raimundo

Francisco Peregil

La insuficiencia mental de El Lele no le impidió ser toda una institución en el barrio desde que el Pozo del Tío Ralmundo no era más que un puñado de chabolas mal avenidas.Año 1961. Llega el Generalísimo al Pozo del Tío Ralmundo. Bombos, platillos, banderitas y todo el fasto que la ocasión requería. Sin embargo, el pueblo se escapó de excursión al monte. "Coño, Lele, y tú ¿dónde andabas?". En el parque del Retiro, ni más ni menos. Con el Generalísimo, el Lele se quitó de en medio conscientemente. Sin embargo, los vecinos recuerdan otra ocasión, totalmente distinta, en la que el Lele se plantó en medio de la foto en la inauguración de una iglesia, entre 23 curas todos de negro. El hambre apretaba, y el Pozo de los no nos moverán, los curas rojos y que vienen los grises era el punto de referencia para media España. Era la época en que el Lele compraba seis cántaros de agua a tres pesetas y lo vendía a seis con una carretilla. Después vendería carbón y más tarde porras de churros. No lo hacía más barato -"soy tonto, pero no gilipollas"-, ni con más arte, pero la gente hacía colas por comprarle.

Un llano y un pozo

Ahora, El Lele es hasta tal punto una institución en el Pozo del Tío Ralmundo que más de 100 familias tienen perfectamente asumido que, desde las cartas de amor a las letras de cobro y las facturas, multas, felicitaciones de navidad y demás misivas han de enviárselas a la calle de El Lele del Pozo, 28018 Madrid. Y que a nadie se le ocurra preguntar por qué se llama así la calle. Muchos años costó conseguir tales avances, en donde sólo había un llano y un pozo, para que nadie de fuera ose tomar a broma o con incredulidad un nombre de tal raigambre.

Él ha llegado a acostumbrarse a las bromas de los vecinos -"a ver si te echas novia, que eres un roñoso y te sacas los cigarros encendidos"- con la misma rapidez que ellos se familiarizaron con su forma de hablar gangosa.

A la hora de recordar nombres y caras no hay quien le gane. Lo mismo se acuerda de El Vizco, que de Paco, El Bruto ("mu bruto, mu bruto"), que de El Carri ("gasta muchas bromas, pero no es malo'), que de Marcelino Camacho, Dolores Ibarruri Ibarri (Pasionaria), Miguel Ángel Pascual, gerente del Instituto de la Vivivenda de Madrid, y de Ramón Tamames. "¿Y quién era el que más se dejaba caer contigo y te daba más cafés?". Dolores Ibarri, responde sin vacilar un momento. A ella la conoció cuando pasaba por la capilla, vio mucha gente y creyó que le ocurría algo al padre Llanos, y era ella, que había venido a ver al párroco.

A las 12 termina de vender 200.000 pesetas en cupones. Un paseíto rápido por cualquiera de los 26 bares del Pozo, el almuerzo con su hermana, un ratito de siesta y otro garbeo por los bares.

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Un día en que corrió el rumor de que al Lele le había pasado algo malo se soltaron todos los picos y palas que había en el Pozo para correr a su calle. Cualquier suceso que se produzca en torno al Lele es todo un acontecimiento en 100 metros a la redonda. Una foto en su calle no iba a ser una excepción.

-Señora, no le importaría echarse una foto con el Lele, ahí, en la esquina.

-¿El Lelai?, no, no.

-¿No conoce a el Lele?

-No, no... ¡Ah, pero si es el Lele! Coooño que guapisimo estás Lele. Pero... ¿Y si me ve mi marido en la foto contigo? Bueno, bueno, me la echo, pero pronto, que se me queman las lentejas.

Entre toxicómanos

Debajo del Pozo está La Celsa, uno de los núcleos chabolistas de Madrid donde más yonquis (drogodependientes) acuden. A ningún toxicómano de los que pasan por el Pozo se le ha ocurrido tocarlo. Si hay alguien querido y protegido allí, se llama Lele, y por su parte nunca habrá problemas. "A La Celsa no voy ni atao". .

De Jaén se vino con nueve años, y lleva más de 30 en el Pozo, de donde sólo sale de tarde en tarde. La última ocasión fue en enero para comprar ropa. Sus amigos de Jaén y de Martos sí que llegan todos los años para ver a los más de 300 paisanos que viven en el barrio. Siempre que dejan en el Centro Cívico latas de aceite y aceitunas, el Lele tarda poco en reclamar su parte.

Si se trata de hablar, la parrafada más larga se la dedica precisamente al padre Llanos. "Cuando iban a tirar una casa, lo buscaba en la capilla, se quitaba la toga y nos poníamos delante de los camiones", cuenta el Lele. Desde entonces, las manifestaciones le dejaron un grato gustillo. Ni se le escapó la última contra la guerra del golfo Pérsico, ni se le va escapar ninguna contra la droga. Aunque no sabe leer -sumar lo hace perfectamente- el Lele tiene claras sus inclinaciones políticas. Le gusta más Juan Barranco que Tierno Galván, y éste mucho más que Rodríguez Sahagún, a quien no ve con buenos ojos. A la hora de votar, es Izquierda Unida quien recoge su voto.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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