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Crítica:CINE / 'INNISFREE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Geografías de la memoria

Mediados de 1951. Un cineasta norte americano de honda raíz irlandesa, un tal John Ford que hacía películas del Oeste, comienza a rodar en la tierra de sus mayores un filme, El hombre tranquilo, que desde 1937 había intentado infructuosamente realizar. En él cuenta una historia de amor, el que un irlandés de la diáspora siente por una bella campesina que, muy a su pesar, sólo le aceptará cuando el extranjero sea capaz de asumir su peculiar sentido de la vida. No cuesta trabajo ver en el filme una metáfora mayor: la madre patria Irlanda y el extranjero abrumado por el peso de unos recuerdos establecen una dialéctica compleja, amorosa, feliz. Es una de las muchas interpretaciones posibles de ese filme sereno, magistral, hondo como sólo saben serlo los filmes de un maestro.Verano de 1988. Un joven cineasta catalán va a Irlanda a ver por sí mismo ese espacio real que sólo conocía a través del cine, y se encuentra con que pocas cosas han cambiaclo en Innisfree, el lugar en que John Ford rodó su filme. Y entre esas pocas cosas figuran el propio rodaje de la película, el peso de ésta sobre la memoria, no ya de los que participaron en la operación material de su elaboración, sino en la de todos los habitantes de la región, que la integraron en su experiencia vital como un elemento cuítural más, como esas huellas de normandos, británicos, celtas que paso a paso asaltan al viajero en su vagar por la verde Erín. Y ante ese descubrimiento, Guerín reflexiona no ya sobre el cine, y su poder de comunicación, sino sobre la materialidad de un rodaje como elemento que altera la existencia de una comunidad pequeña, sobre esta misma comunidad, sobre su historia, sobre sus recuerdos.

Innisfree

Dirección, guión y montaje: José Luis Guerín. Fotografía: Gerardo Gormezario. Producción: Paco Poch. España, Irlanda, Francia, 1988-1990. Intérpretes: no profesionales, habitantes de Cunga St. Feichin (Irlanda). Estreno en Madrid: cine Renoir.

Magnífico, sobrio, maduro

El resultado de esa reflexión está aquí, se llama Innisfree y es un magnífico, sobrio, maduro documento -que no documental: Guerín ha manipulado sabiamente en su favor elementos de ficción que se integran como sin querer en la trama del filme- sobre el cine y su memoria. Pero, por fortuna, eI director ha huido con vigor de dos de los tópicos más frecuentes de nuestros días: la memoria del cine como nostalgia y la reverencia cinéfila. La utilización de Ford y su Quiet man está en el filme sólo a modo de recordatorío, como geografía de la memoria. En todo caso, Guerin persigue -y recrea- los mismos elementos que Ford se encontró en su camino -los ritos de paso, la adolescencia que repite desde tiempos inmemoriales el ritual de sus mayores: el beber, el fumar, el cortejo, los amores adolescentes...- A veces incluso fuerza la repetición de otros actos amorosos, como el baile del anónimo Poblador de Cunga St. Feichin con la pelirroja Annalivia Ryan, nueva Maureen O'Hara.

En otros momentos, no obstante, la admiración fordíana se concreta en gestos más simples, en la continuidad de acciones que vinculan entre sí a dos concepciones diferentes del cine -Ryan lee un libro de espaldas y con los pies en alto, como hacía Henry Fonda en esa maravilla de película que es El joven Lincoln-, o dos momentos de una historia que Guerín quiere ininterrupida: ese sombrero que vuela de El hombre tranquilo para que una niña lo recoja en Innisfree.

Cine por el cine, pero ante todo apuesta por el cinematógrafo como instancia del conocimiento: Lejos de la complacencia, a salvo de la cinefilia, Guerín nos recuerda, de paso, que formas que algunos desearían ya periclitadas, como el documental, tienen todavía plena vigencia. Y que basta con tener una buena idea y un equipo mínimo -que incluye un fotógrafo de exteriores tan excepcional como Gerardo Gormezano, cuya fotografía es de una serenidad, de una placidez que bordea la maestría- para rodar un filme todo menos modesto.

Ejercicio ejemplar, Innisfree es una lección de antropología, una reflexión sobre la historia, una interrogación sobre los mecanismos de un arte entendido como oficio.

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