Gran éxito de Berganza en su reaparición en Madrid
Y al fin, Teresa Berganza fue Rinaldo. Anoche, en la cuarta representación de la ópera de Haendel, reapareció Teresa Berganza, esperada en un escenario lírico madrileño desde hace más de veinte años. Demasiado tiempo y demasiada ausencia. Pero Berganza, que no se arredra ante cometidos de tanta dificultad como Rinaldo, llegó, cantó y venció. Lo hizo, además, en un medio de alta calidad y junto a la soprano navarra María Bayo, esto es, la generación ascendente. Al escuchar a una y a otra resultaba fácil pensar que la continuidad está garantizada y que la denominada en el mundo escuela española de canto tiene futuro, como cuenta con estupendo presente y larguísima historia.Lo tiene también la ópera, si se cuenta con un maestro de primer orden como es Ros Marbá y si la escena está movida por una inteligencia teatral tan fascinante como la del regista italiano Pizzi. Sin embargo, de esto ya se habló el día del estreno; la noticia, hoy, es Teresa Berganza. Muchas lecciones tiene dadas sobre la interpretación de ópera barroca y clásica a través de un repertorio que supuso para nuestra cantante éxitos continuados: Monteverdi, Purcell, Pergolessi, Haendel, Vivaldi y Mozart, y Rossini.
Si quisiéramos sintetizar en dos todos los valores de Berganza, aludiríamos a su naturaleza vocal y a su inteligencia como instinto. De ellos se deriva todo lo demás, desde el rigor estilístico hasta la gracia vivificante en la escena. Teresa Berganza, cuando canta y representa, nos muestra su personalidad original e intransferible, creativa y convincente. El público de Madrid lo ha comprobado nuevamente y por ello ha dedicado a Berganza sus mejores ovaciones.
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