Si yo fuera...
Si yo fuera juez, mandaría a la cárcel, sin fianza, a un tipo que me insultó en un semáforo por haberle adelantado por la derecha. Me humilló delante de todo el mundo provocando en medio del atasco una alarma social considerable.Y, hablando de alarmas, si yo fuera juez, dictaría un auto de prisión incondicional contra el director de un establecimiento que hay cerca de mi casa, cuyo sistema antirrobo se dispara por las noches alarmando .el sueño de todos los vecinos.
Pero lo que más me gustaría, siempre en el caso de que yo fuera juez, es ver si aún vive un profesor que tuve en el bachillerato y que me amargó la vida con sus continuas agresiones físicas y verbales. Lo buscaría, como digo, para provocarle en medio de la calle o en un restaurante. Y, en cuante me mentara a la madre, auto de prisión incondicional al canto. Que se pudra.
La verdad es que cuando me pongo a pensar en las cosas que podría hacer si fuera juez -o mejor todavía, si fuera juez y parte- me relajo un montón, como si me hubiera tomado un valium. Me vengaría de un crítico al que no le gustan mis novelas, de una novia que me dejó por otro más listo, de un mecánico que no me arregló bien el coche, de una taquillera de cine que me colocó detrás de una columna, de un tipo que come en el mismo restaurante que yo y que habla muy alto... Además, después de enchironarlos a todos, me inhibiría para pasar inadvertido.
Leo las líneas anteriores y me siento un poco culpable. Quizá no estuviera bien, en el caso de que fuera juez, utilizar mi posición para resolver asuntos personales. No sería justo. Por eso mismo no soy juez, porque conozco el costado más mezquino de mi naturaleza y no sé si podría controlarlo. Pero también, como decía el otro, porque nunca entraría en un sitio en el que aceptaran a tipos como yo.
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