"Nos hemos convertido en una de las economías más abiertas del mundo"

Antes de ser nombrado ministro, Ernesto Zedillo ocupó la dirección de Fideicomiso de Cobertura de Riesgos Cambiarlos (Ficorca), un fondo fiduciario creado por el Gobierno de México para permitir a las empresas privadas el pago de su deuda externa. Como miembro del Gabinete de Salinas de Gortari, este doctor en Filosofia por la Universidad de Yale, de 39 años, ha desempeñado un papel importante en la reforma del Estado en México, en el aspecto económico, que, según sus propias palabras, ha abierto el camino para la negociación con EE UU de un acuerdo que permita la liberación comercial entre ambos países.Pregunta. ¿Cuál es su valoración de la perspectiva de un tratado de libre comercio entre México y Estados Unidos?

Respuesta. La decisión del presidente Salinas de Gortari de solicitar, hace ya casi un año, al Gobierno de Estados Unidos la negociación de un tratado de libre comercio es un paso más de nuestra política de apertura comercial y de participación activa en la economía internacional. México ya ha dado algunos pasos previos. Teníamos una economía muy cerrada. A mediados de la década pasada, todas nuestras importaciones estaban sujetas a permisos previos. Teníamos aranceles que en muchos casos llegaban al ciento por ciento. Se inició un proceso de apertura, y hoy día, todavía sin negociación de ningún tipo con EE UU, prácticamente han desaparecido todas las restricciones de nuestro comercio exterior. Nuestro arancel promedio relativo a las importaciones se sitúa alrededor del 10%. De hecho, nos hemos convertido en una de las economías más abiertas, incluso en relación a algunos países industrializados.

Apertura unilateral

El problema es que nos abrimos de manera unilateral. No se realizaron negociaciones de tipo multilateral para obtener concesiones en correspondencia a nuestra propia apertura. Incluso hubo casos, como en la producción textil, en los que nos abrimos cuando existía todo un arreglo proteccionista a nivel mundial, llamado Acuerdo Multifibras, del cual participan todos los países de la comunidad económica libre y Estados Unidos. Tras esta apertura, llega la decisión de nuestro presidente para obtener ventajas de nuestra posición y poder acceder de esta manera a los mercados internacionales, y en concreto al norteamericano, a través de negociaciones bilaterales.

P. ¿En qué fase se encuentran actualmente las conversaciones para un acuerdo con EE UU?

R. México está preparado para negociar con Estados Unidos. La iniciativa corresponde ahora al Ejecutivo norteamericano, que está a la espera de que su Congreso conceda la autorización de fast track o vía rápida. Ello significará poder negociar el tratado sin que, a la hora de someterse al Congreso para su aprobación, pueda ser objeto de enmiendas. [Se aprueba o se rechaza, pero no caben maniobras dilatorias]. Esperamos que a comienzos de verano podamos entablar negociaciones directas.

P. ¿Hasta qué punto la resistencia de las autoridades mexicanas a abrir la industria petrolera a la inversión norteamericana, amparándose en la prohibición que en este sentido establece la Constitución de México, puede suponer un escollo en las negociaciones del tratado?

R. La posición mexicana es muy clara, y creo que ha sido comprendida por el Ejecutivo de EE UU: no vamos a promover una modificación de la Constitución. En la última entrevista, que mantuvieron el domingo pasado Bush y Salinas, el presidente norteamericano reiteró que la cuestión del petróleo quedaba fuera de la negociación que debe tener lugar a partir del verano. Sin embargo, hay sectores que, afortunadamente, no van a estar directamente implicados en las negociaciones, que quisieran implicar el tema del petróleo.

Proteccionismo

P. ¿Qué influencia pueden tener los sectores estadounidenses más proteccionistas a la hora de dificultar la firma de un tratado de libre comercio con México?

R. El proteccionismo es algo que está presente en todos los países. Ha habido manifestaciones de algunos congresistas y sindicatos de EE UU expresando cierta preocupación e incluso su oposición al tratado. Pienso que en la medida en que se haga un buen trabajo de explicación, iremos venciendo estos obstáculos. Lo más importante es que el Ejecutivo de EE UU obtenga la vía rápida para la aprobación del acuerdo.

P. ¿Qué precio deberá pagar México para tener un tratado de libre comercio con Estados Unidos, y cuáles serán sus mayores beneficios?

R. El gran precio de la apertura comercial ya lo pagamos. El esfuerzo que hicimos desde 1985 hasta ahora es mucho más grande que el esfuerzo de apertura comercial que deberemos hacer a partir de que el tratado esté en vigor. Ya tenemos un arancel promedio del 10%. Esto es muy importante, comparado con la cerrazón que teníamos hace unos seis o siete años. Creo que el esfuerzo será mínimo. En cuanto a los beneficios, hay que mencionar el acceso a sectores de mercado de Estados Unidos y Canadá, que estaban prácticamente cerrados para nosotros. Esto deberá traducirse en un mayor número de puestos de trabajo, y, lógicamente, en salarlos más altos. Ahora tenemos una emigración, que es incluso ilegal para EE UU, de trabajadores que, al estar insuficientemente empleados y remunerados en nuestro país, viajan hacia el Norte para colocarse en los sectores agrícola e industrial. Si nosotros podemos fomentar un mayor flujo de comercio entre ambos países, no tendremos este gran número de parados y podremos superar el problema de la emigración ilegal.

P. ¿Hasta qué punto las economías de México y EE UU son complementarias como para evitar que haya sectores que no se vean seriamente afectados?

R. Estados Unidos es un país dotado muy favorablemente en términos de capital y tecnología, y México está muy bien dotado en mano de obra, territorio y energía. Hay una complementariedad bastante atractiva en términos tradicionales de ventajas comparativas. México tiene una ventaja estratégica en cuanto a su situación geográfica. Está junto al mercado más grande del mundo, tiene una fuerza de trabajo abundante, un sector obrero capacitado y una tradición industrial prolongada.

Todo ello nos coloca en una posición interesante. Habrá algunos sectores en conflicto, sin duda, pero creo que, con la internacionalización de las economías, estos problemas ya se están dando de todas maneras, con o sin tratado de libre comercio. En los últimos años, en algunos países europeos y en EE UU, se han perdido ventajas comparativas en acero. En Europa fue necesaria una reconversión muy profunda, y también en otros sectores. Hoy olía, los productos de Estados Unidos ya tienen un acceso prácticamente libre, salvo con un pequeño arancel, al mercado mexicano, y lo mismo ocurre con muchos productos mexicanos hacia el mercado norteamericano. No creo que vaya a haber situaciones dramáticas en el sentido de que ciertos sectores caigan en una situación de decadencia.