Nacida 'okupa'
Un mensajero y su mujer, empleada de una cafetería, prototipo de los 'okupantes' de pisos
El primer jueves de abril, María Ángeles Morgado y Felipe Mejía serán desahuciados de los 40 metros cuadrados de Vallecas donde viven desde hace un año con otra pareja. Dos días antes, María Angeles habrá llegado al fuera de cuenta en su embarazo. Los miembros de la asociación de inquilinos comentan entre bromas que la niña -saben su sexo- llegará justo cuando les echen del piso. Y como las coincidencias no son tales si no llegan acompañadas, la rescisión del contrato en la cafetería de Gran Vía donde ella trabaja también llegará en abril.
Así que aquí paz y después gloria. Cuando venga la niña, las 17 familias okupas que iniciaron la andadura el año pasado frente al chalé de Miguel Boyer la esperarán en la iglesia para apadrinarla. Correrá el champaña ese día, y el consuelo descansará en el contrato temporal que tiene Felipe Mejía como mensajero. Gracias a las 80.000 pesetas de él esperan no tener que verse obligados a pisar los hogares paternos.Felipe Mejía lo intentó. "En mi curro no tengo ni tiempo para echar un piropo a una chica, así que lo de buscar piso mientras voy en la moto es imposible". Ella también probó a encontrar casa, y después de año y medio de paseos por todo el barrio y muchos pasos telefónicos gastados en llamar a las agenclas inmobiliarias llegó a una conclusión: imposible con seguir un piso por menos de 60.000 pesetas al mes. "Ponte ahora a comprar comida, ropa, medicinas, y a pagar la luz y el agua". Después de todo, los Mejía reconocen que son unos privilegiados si se les compara con otras jóvenes parejas de la ciudad que nunca se han movilizado.
Imperiosa necesidad
Hace dos semanas, los miembros de la Asoclación participaron en un debate radiofónico. Un profesor les ofreció allí mismo un piso de 20 metros cuadrados en Vallecas por 20.000 pesetas al mes. Los inquilinos decidieron de forma unánime que la primera familia en adjudicarse el piso del profesor por razones de imperiosa necesidad, serían los Mejía.La Asociación de Inquilinos se nutre de 17 familias vallecanas, que hasta el momento han okupado tres edificios. El último fue en la calle de Lor,e de Vega, de donde salieron delante de las porras de los policías antídísturbios. María Ángeles pasó allí las 14 noches que duró la okupación, y afirma que pocas veces lo ha pasado tan mal. "Hacía mucho frío y no había condiciones higiénicas para vivir allí, pero mereció la pena". Tanto la mereció que está dispuesta a continuar con las okupaciones y después de dar a luz e incluso cuando le den piso. "Lo haré por las otras familias, porque hay que apoyarlas".
Nada de casamiento
Felipe, sin embargo, tiene bastante claro que si okupó alguna vez y vuelve a okupar, lo hizo y lo seguirá haciendo sólo por ella. "Si dependiera de mí. me buscaría la vida por ahí". Sólo recurriría a sus padres en caso de extrema necesidad. María Ángeles, sin embargo, de vivir sola, se iría con su madre, que está separada del marido y vive con dos hijos.Con 21 y 22 años que tienen, la palabra matrimonio no deja de ser algo tabú. "Hasta que no tenga casa yo no me pienso, casar, dice él, mientras ella asiente. ¿Y servirán las okupaciones para conseguir un piso? Ahora es él quien se muestra seguro al afirmar que lo único que aún tiene claro es que por el morro no le van a dar nada. No saben en qué consiste el decreto BoYer, aunque aseguran que por su culpa se ven sin casa.
La Asociación de Inquilinos espera reunirse el martes con el director del Instituto de la Vivierida de Madrid (Ivima), Miguel Ángel Pascual. Tratarán de conseguir viviendas de alquiler asequibles, aunque temen que Pascual los remita a las lista de espera, Ésa es la principal acusación que encuentran los inquilinos por parte de varios grupos políticos: no recurrir antes a los organisrnos oficiales. Felipe y María Angeles ofrecen una respuesta rápida: ni conocían, antes de que se fundara la Asociación, a Ios organismos competentes, ni, según aseguran, pueden esperar cuatro o cinco años.
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