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FALLAS DE VALENCIA

Van para pegapases

Estos jovencísimos novilleros de ahora no van para toreros; van para pegapases. Se admiten excepciones, por supuesto, pero son rarísimas y ayer por la mañana, en Valencia, desde luego no las hubo. Los tres jovencísimos novilleros se ponían a pegar pases como un solo hombre y aunque llevaran pegados mil, no encontraban el momento de terminar.Con estas trazas y estos pegapasismos, eran las dos y medía de la tarde y aún estábamos en el soleado graderío del coso. La gran mascletá de la plaza del Ayuntamiento había sido hacía mucho; habían sido todas las mascletás de todas las fallas, que ya tenía agotada la pólvora; el arroz se estaba pasando y, mientras tanto, los tres toreros seguían, y seguían, y seguían, venga pegar pases, como un solo hombre los tres.

Vázquez / Jocho, Pérez, Rosa

Novillos de Alejandro Vázquez, bien presentados, mansos y descastados. Jocho: seis pinchazos -primer aviso con un minuto de retraso- siete pinchazos más -segundo aviso con retraso- y cinco descabellos (silencio); pinchazo hondo atravesado trasero caído y rueda de peones (ovación y salida al tercio). César Pérez: media estocada caída (oreja); pinchazo, otro hondo bajo -primer aviso con minuto y medio de retraso-, Intenta el descabello -segundo aviso con retraso-, dobla el novillo y lo remata el cachetero de 24 golpes de puntilla (aplausos y salida al tercio). Angel de la Rosa: pinchazo hondo tendido a toro arrancado, estocada trasera baja y rueda de peones; rebasó en minuto y medio el tiempo reglamentarlo sin que sonara el aviso (aplausos y salida al tercio); pinchazo y estocada corta (petición y vuelta). Plaza de Valencia, 19 de marzo (mañana), 13º corrida fallera. Media entrada.J. V. Valencia

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Una tomadura de pelo

Gran parte de culpa la tienen los taurinos profesionales, y no pequeña el presidente del festejo. Los taurinos profesionales, porque confunden las corridas con los tentaderos, su ciencia se limita a gritar a los novilleros "¡Sigue, sigue, sigue!" y cuando acaban de seguir y seguir y seguir, lo más probable es que les comenten con tonos de reproche: "Ese novillo aún tenía 30 pases más". El presidente, porque se pone en plan generoso y para demostrar su benevolencia, no manda avisos, o los manda a las tantas. Naturalmente, los toreros, aprovechando que nadie les mandará avisos ni nada siguen, y siguen, y siguen.

Alguien habrá de explicar a los jovencísimos novilleros que si se ponen pegapasistas no llegarán a ninguna parte, pues el escalafón ya está lleno de pega pases, no quedan plazas y hasta hay lista de espera. Y alguien habrá de recordarles a los presidentes que no les ponen en el palco para ser generosos o cicateros, sino para cumplir el reglamento.

Los tres toreros empezaron muy bien sus respectivas faenas, corriendo estupendamente las respectivas manos, a pesar de que los respectivos toros eran unos descastados. Mas, mediadas, ya nadie se acordaba de ello, parecía que esos pases respectivos los habían dado el año de la riuá. Quien no lo apuntó en un papel, no podía recordarlos, salvo memorias privilegiadas.

Y a todo esto, nada amenizó el espectáculo. Porque un volteretón que sufrió César Pérez, una tremenda caída de un picador -de las que llaman de latiguillo-, un novillo que intentó saltar al callejón, fueron incidentes, sí, pero no amenos. Quizá únicamente el propio novillo saltarín, un ensabanao careto botinero, lo era, pues capas así no son raras en el ganado de bravo, pero tampoco abundan. Y en eso quedó toda la novedad de la novillada. Porque pegapases aquejados de furor pegapasista, de esos hay un montón. Los hay para dar y para regalar.

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