Con el Cossío por montera
Jesús Pérez El Madrileño hizo ayer el paseíllo con el Cossío por montera, como demostró intentando desempolvar viejas suertes de rancio abolengo, hoy sepultadas por la marabunta de ramplonería que caracteriza a la fiesta. El detalle no figuraba en los programas de mano, por lo que emocionó a los más viejos aficionados, hasta poner al borde del infarto a sus cansados corazones, y soprendió las agradecidas retinas de los más jóvenes. ¡Eso se avisa, hombre!Lástima que a lo largo de la tarde alternase esa inspiración antigua leída en esta y en otras biblias del toreo con la lidia posmoderna. Porque cuando se le caía el Cossío de la peana de su cabeza el chaval se transmutaba en un productor a granel de frusleros pases encimistas. Nadie es perfecto, y menos un novillero poco placeado, pero capaz de ser distinto, aun intermitentemente.
Tabernero / Madrileño, Montoya, Zamora
Novillos de Viuda de AlicioTabernero, con trapío, flojos y mansos; 2º y 4º de Caridad Cobaleda, terciados, flojos y manejables. El Madrileño: ovación; aviso y silencio. Manuel Montoya: silencio; aviso y silencio. Julián Zamora: silencio en los dos. Plaza de Las Ventas, 19 de marzo. Un tercio de entrada.
El lucimiento a la antigua lo realizó con su pequeña panosa cuando sacó a los medios a su berrendo primero con extraordinarios y clásicos muletazos de castigo, la mayoría rodilla en tierra, que incineraron al gentío. El percal fue el arma que utilizó para la sorpresa en el cuarto, al que recibió en el reclinatorio, para orear después la poco usual suerte del quite de frente por detrás, seguida de la serpentina y un bello galleo por chicuelinas. El día en que desarrolle toda la teoría que parece atesorar puede ser histórico, si antes no lo estropean los taurinos al uso, claro.
Amasijo de pases
El albacetense Montoya no tuvo una feliz presentación en Madrid. El genio del zapatito que salió en segundo lugar le impidió acoplarse. En su recital de amasijo de pases sin diafanidad únicamente apuntó un ligero atisbo de dominio del temple. Con el rabícano quinto empeoró y hasta se puso pesadísimo. Zamora, que también utiliza engaños reducidos, no pudo regocijar a sus muchos seguidores que se desplazaron desde Ciempozuelos. Sus enemigos eran un secarral de casta y se los quitó de encima con galanura y brevedad.Destacaron con los rehiletes los subalternos Valentín Luján y Miguel Ángel de las Heras, y Joselito Calderón con uno de sus ya clásicos quites a un compañero en apuros.
Babelia
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