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Complicidad en la cumbre

La complicidad entre la presidencia colectiva yugoslava, las Fuerzas Armadas y la cúpula política serbia, tal como la habían denunciado en varias ocasiones los dirigentes de Croacia y de Eslovenia, se hizo evidente el sábado con la toma de Belgrado por los carros de combate del Ejército.Esa complicidad suscitó además una incógnita formal. "Nos inquieta el estatuto legal y político de nuestra ciudad y república: hay carros de combate, se maltrata a los ciudadanos, existe una incertidumbre que siembra el terror", declaró ayer el dirigente del Partido Democrático, Dragoljub Micunovic.

El Partido Democrático, que cuenta con 12 de los 53 diputados de oposición en el Parlamento serbio -de un total de 240-, declaró que, antes de la convocatoria de una sesión parlamentaria extraordinaria dedicada a aclarar los acontecimientos que llevaron al día "más trágico en la historia del Belgrado de posguerra", los diputados del partido boicotearían al Parlamento.

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No se descartó la posibilidad, según las palabras del diputado democrático Vojislav Kostunica, de que ese boicoteo tuviese mayor duración. El Partido Democrático exigió asimismo la dimisión del ministro del Interior, Radmilo Bogdanovic. La oposición serbia parece haber recuperado sus fuerzas tras la frustración de la derrota electoral, y Kostunica advirtió ayer que las manifestaciones del 9 de marzo no son las últimas.

Por otra parte, las autoridades serbias no parecen dispuestas a ceder. Ayer se organizaron numerosas reuniones de apoyo a la cúpula política serbia en las sedes del Partido Socialista Serbio. Jugando con los sentimientos nacionalistas, ya que no quedan otros recursos, el diario progubernamental Politika escribió que la oposición serbia hizo la manifestación en Belgrado, en concordancia con los partidos de oposición albaneses de Kosovo, con el objetivo de derrocar al régimen.

La población de la más grande república yugoslava está dividida tras los acontecimientos del sábado.

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