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Con los kurdos no se juega

Mientras Sadam Husein se tambalea, los kurdos iraquíes atacan valientemente al dictador cuyos aviones de guerra gasearon una vez sus pueblos. ( ... )Los americanos pueden encontrar tentadora la búsqueda de la independencia de los kurdos. Pese a que la idea parece atrayente y razonable, despierta los amargos recuerdos de la última vez que Washington ayudó a los kurdos iraquíes. La aventura terminó miserablemente, sin ganancias para los kurdos y sin honor para Estados Unidos. Fue una triste y familiar experiencia para los kurdos ( ... ), cuya historia se resume en un amargo dicho popular: los kurdos no tienen amigos. En 1972, cuando Nixon visitó Teherán, el sha de Irán le pidió que "ayudase a los kurdos para hacer la vida difícil al vecino Irak". ( ... ) Y comenzó un programa secreto de ayuda de 16 millones de dólares. Pero ni Irán ni Washington tenían ningún interés en el éxito de los kurdos.

Para Kissinger, el programa era "un instrumento para disuadir a Irak de una aventura internacional". ( ... ) En 1975, el sha firmó un acuerdo con Irak por el que éste renunciaba a antiguas disputas territoriales a cambio de que Irán dejase de abastecer a los kurdos. ( ... ) Pero ni el sha ni EE UU se beneficiaron de este pacto. El único ganador fue el nuevo hombre fuerte de Irak, Sadam Husein. Mucho mejor entonces -y ahora- dejar en paz a los kurdos que suscitar, falsamente, deseos de cambio.

8 de marzo

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