"La esencia de la poesía está en los cabos sueltos", dice el escritor argentino Roberto Juarroz
La razón de que Roberto Juarroz haya llamado Poesía vertical a cada uno de los 11 volúmenes que ha escrito desde 1958 es su convicción de que, si bien al hombre siempre lo termina derribando la gravedad, también existe ley de gravedad inversa, "una tensión que le hace alcanzar el amor, la alegría, la generosidad... En ese doble movimiento aparece lo más significativo, lo más libre". Juarroz, para algunos el más revelador de los poetas argentinos vivos, declamará hoy en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
"En la esencia de la poesía está el dejar los cabos sueltos. Que lo abierto actúe de otra manera. El texto tiene que estar incompleto. No hay que decir las cosas: hay que sugerirlas". Así se expresaba Juarroz ayer, en el curso de una comida entre poetas, entre ellos Luis Rosales. A sus 65 años, Juarroz coloca las palabras en el aire una a una, como el profesor que es, y fija una mirada atónita, ligeramente desviada, con algo de ironía. Tira a veces de una pipa ligera y elegante.Desde el principio Juarroz supo que lo que le había de diferenciar de sus contemporáneos era la intuición que probablemente es la responsable de que hoy le comprendan más en Francia que en España; al menos le traducen más que aquí le leen. Y es que la idea debe encontrar en la poesía tan buen vehículo como la desesperación amorosa, por ejemplo. Los versos de Juarroz pueden decir: "Un doble fondo del sueño / me recuerda que sueño". O también: "Para leer lo que quiero leer / tendría que escribirlo. / Pero no sé escribirlo. / Nadie sabe escribirlo." Y más tarde: "No todo hombre posee / la sustancia suficiente para ser una incógnita".
Esa confianza en la idea fue en parte responsable de que tuviera que recurrir a la auto edición de sus cinco primeros volúmenes. En el sexto se ofreció un editor, y en el séptimo, dos, uno de ellos de otro país. Su última entrega de Poesía vertical la acaba de publicar Pre-textos.
"Las cosas no hay que buscarlas. Hay que hacer lo que uno siente la necesidad de hacer. La vida traerá la repercusión de eso, o no lo traerá. No depende de nosotros, se nos escapa. Todo esto es un acto de fe".
El mismo fervor
El hombre de hoy lee poca poesía, reconoce Juarroz, pero es porque "le tiene miedo", dice, "pues despierta en él cierto fondo que hasta ese momento permanece dormido". Así, Juarroz concibe la poesía como justamente lo contrario del escapismo, como algo que hace frente a la realidad -cuya totalidad no podemos ver- y a cuyo través se gestan nuevas formas de realidad.Profesor en la universidad de Buenos Aires, Juarroz ve en la enseñanza un poco de la misma oportunidad de despertar que ve en la poesía: "Hacer que salgan cosas que están ahí", dice.
Puede que la poesía inspire cierto miedo al hombre de hoy, pero a Juarroz, que desde hace unos años asiste a encuentros de poetas por todo el mundo, el parece ver el mismo interés, la misma apertura, el mismo fervor entre los públicos que escuchan poesía. Termina de decir eso cuando un joven de acento mexicano entra en una pequeña salita de la Residencia de Estudiantes y le saluda y le agradece sus poemas. "Gracias a usted", dice Juarroz. El joven se marcha y él dice, radiante: "¿Ve? Eso es la poesía".
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