Vuelta atrás
El director del Centro Cultural de la Villa y el alcalde y algunos concejales parecen determinados a recoger un teatro de la segunda posguerra: el que sustituyó entonces, en un salto hacia mejor calidad, al grosero y sucio que se había apoderado de la escena. Han sacado adelante una obra significativa de entonces (Celos del aire, de López Rubio) y ahora un nombre, el de Joaquín Calvo Sotelo, que ha estrenado su obra nueva, La pasión de amar, después de años apartado por modos y maneras y porque se quería dar paso a algo nuevo que nunca ha acabado de sobrevenir.Nuestros octogenarios -pasados- están felizmente entre nosotros, y pueden asistir a estos actos de prolongación de lo que representaron. Que la gente sepa claramente, cómo fue.
La pasión de amar
Joaquín Calvo Sotelo. Intérpretes: Manuel Arias, Luis Zorita, Alberto Fernández, Amparo Larrañaga, Charo Soriano, José Coronado, Paco Pino, Julio Tejela, Elena Cores, Paola Dominguín, Francisco Ruiz, Tomas Elizalde, David Zarzo. Escenografia: Julián Pérez Muñoz.Vestuario de Pedro Moreno. Dirección: Joaquín Calvo Sotelo. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 14 de febrero.
En este caso, es más el símbolo y el nombre que la obra. Calvo Sotelo novela la figura de Catalina de Aragón: no se ha creído gran cosa de la historia y, aunque se adhiere a algunos nombres y a algunas fechas, la verdad es que no le importan nada. Salvo una filosofía de la historia que es unas constante española, desde Calderón a nuestros días: la perfidia de la corte de Ingalaterra, su cisma herético por las pasiones de un rey lujurioso; y su facilidad para manejar el hacha del verdugo.
Partidismo
Contraposición: la delicada, dulce niña católica que es Catalina y su "pasión de amar" que da título a la obra. La castellana es fiel, y honestos y leales son todos los españoles. Este mismo partidismo, sólo que a la inversa, está en grandes muestras del teatro isabelino inglés y en sus seguidores: sólo que ya no siguen con aquello. La intención creadora del autor está en ese tipo de personaje femenino, con su tránsito de niña a casi anciana, de ilusionada a asesinada por su propio amor: Amparo Larrañaga, con su herencia teatral y su arte propio, llena el papel protagonista.Calvo Sotelo ha construido la obra a la sólida manera antigua: conversaciones largas, oscuros, voz desde fuera de escena para dar los datos y el paso del tiempo; y una actriz, primera actriz, joven como ésta, tiene la ocasión de expresar en ellas todos los matices. Se alza sobre un reparto de conveniencias, donde están el galán de moda, José Coronado, y la esbelta y distante Paola Domiguín, prácticamente nuevos para el teatro, aunque con famas externas; y un grupo de actores profesionales para sostener la larga acción. Ni ese reparto, ni el decorado de Julián Pérez Muñoz, ni la dirección de Jesús Puente están tampoco a la altura que se querría. Salvo algunas negaciones, hubo aplausos para todos y ovaciones finales.
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