Bush: "La campaña aérea continuará por ahora"
Estados Unidos considera prematuro el inicio de una ofensiva terrestre contra las posiciones iraquíes en Kuwait y, por tanto, continuará su campaña aérea contra Irak durante otras dos o tres semanas antes de que las tropas multinacionales de tierra intenten un asalto para tratar de expulsar del emirato a las fuerzas del presidente Sadam Husein. El presidente George Bush anunció ayer personalmente, tras una reunión con el secretario de Defensa, Dick Cheney, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Colin Powell, que la campaña aérea continuará "durante un cierto tiempo".
Cheney y Powell se reunieron con Bush en la Casa Blanca durante cerca de dos horas al día siguiente de un viaje al teatro de operaciones en Arabia Saudí, donde discutieron la marcha de la guerra con el comandante supremo de la Operación Tormenta del Desierto, general Norman Schwarzkopf, y otros jefes militares.Al término de la reunión, Bush declaró a los periodistas que aguardaban impacientes en el jardín de la residencia el resultado de la entrevista que Estados Unidos no tiene "ninguna prisa" en iniciar una ofensiva terrestre. "La campana aérea ha sido muy efectiva y continuará durante un cierto tiempo", manifestó Bush, que no quiso especificar durante cuánto tiempo continuarían los bombardeos sobre Irak.
El presidente declaró que se tomaría "todo el tiempo que fuera necesario para determinar el comienzo de la próxima fase de la campaña", e indicó que su decisión, en ese momento, estará si basada principalmente en las recomeridaciones de sus asesores militares.
Por su parte, en declaraciones hechas a los periodistas que le acompañaron en su viaje a Arabla Saudí, Cheney subrayó que, en opinión de los mandos militares en el teatro de operaciones, la continuación de los bombardeos será necesaria si se quiere lanza un ataque terrestre con el míni mo número de bajas en las fuer zas de la coalición.
"A Sadam, con afecto"
"Creo que se puede hacer mucho más contra las tropas de tierra situadas en el teatro kuwaití de operaciones y en el sur de Irak Seguiremos intentando deja fuera de combate al mayor número posible de tanques y piezas de artillería" antes del ataque terrestre, manifestó Cheney, que durante una visita a una base militar en Arabla Saudí utilizada por la aviación norteamericana había puesto su firma en una bomba de 1 .000 kilos con la dedicatoria "A Sadam, con afecto". Para no ser menos que su jefe, el general Powell inscribió otra dedicatoria destinada al presidente iraquí. "No has querido retirarte y ahora te echarernos", fue la frase escogida por el jefe del Estado Mayor Conjunto.
El objetivo que las fuerzas aéreas norteamericana y británica se han fijado antes de que pueda comenzar la ofensiva terrestre es la destrucción del 50% del potencial bélico iraquí en el teatro de operaciones. Debido a las condiciones atmosféricas adversas, que han retrasado durante una semana los bombardeos, y al posicionamiento del material acorazado iraquí, la mayoría del cual se encuentra enterrado bajo las arenas del desierto, la destrucción de carros de combate y artillería iraquíes fue calculada el domingo por portavoces militares norteamericanos en tin 20%.
Según estos portavoces, la aviación de la coalición había contabilizado como destruidos 750 tanques de los 4.000 que tenía Irak en Kuwait y en el sur del país, 650 de las 3.200 piezas de artillería y 600 de los 4.000 vehículos acorazados del Ejército iraquí. A pesar de estos datos, que algunos observadores consideran como demasiado conservadores, Cheney manifestó que estaba asombrado por la magnitud de la maquinaria bélica iraquí.
Una de las posibilidades manejadas por los estrategas militares del Pentágono, según informó ayer The Wall Street Journal, era el lanzamiento de ataques terrestres relámpago contra las posiciones iraquíes en Kuwait para que las tropas de Sadam abandonen trincheras y bunkers, y sus efectivos puedan ser blanco de la aviación y de los helicóperos de la coalición. Dentro de este marco de forzar la salida de los iraquíes de sus posiciones no se descartaba una operación anfibia a cargo de unidades de marines embarcadas frente a las costas de Kuwait.
El presidente Bush se negó el domingo, a su regreso a la Casa Blanca procedente de Camp David, a revelar si había ya tomado la decisión de ordenar la ofensiva terrestre, y se limitó a manifestar que tomaría la decisión "a su debido tiempo". Bush está sometido a una fuerte presión interior para retrasar una ofensiva que puede producir miles de víctimas y erosionar el apoyo abrumador a la guerra que todavía existe entre la opinión pública.
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