Tran-tranquilos

En Madrid, y al principio, era el rock y punto. Antes del marasmo estilístico de los ochenta, las bandas capitalinas ajustaban sus diferencias en el terreno común luego bautizado como rock urbano. En esta onda -intemporal para algunos, anacrónica para otros- están hoy Desperados, pacientes perpetuadores de la cara diáfana del rock español. Tras cuatro elepés, el grupo cuenta con un excelente repertorio de directo que se beneficia del alto grado de cohesión alcanzado entre sus integrantes.Desperados no incurre en excesos rockeristas, y una sobriedad plena de energía caracteriza las actuaciones en vivo. Su rock limpio y directo nace de ideas simples y se expresa con la linealidad que el cantante Fernando Martín imprime a las canciones.

Desperados no olvida que el rock, al principio, era una trama de ritmos sincopados. Las guitarras son briosas, pero la mano que las guía, serena. Y para demostración, la concentradísima versión que realizaron del Pleased to meet you, de los Stones (una progresión rítmica constante y gradualmente acelerada).

Para todos los públicos

Desperados no oculta que su rock es para todos los públicos. Sin embargo, no han disfrutado en su trayectoria de canciones de éxito masivo.Hasta en ello son, pues, comedidos, y su paseo por el filo de la navaja de la vulgaridad, o de la obviedad, se realiza gracias a una innata capacidad para afrontar con éxito los peligros de lo evidente.

Así, las incursiones de la banda en el rock vaquero o la psicodelia cabe calificarlas de anecdóticas en un concierto dominado por el rock and roll a secas y las baladas, sin duda, allí donde el grupo se muestra más personal.

Desperados no afronta los noventa, son los noventa quienes tendrán que afrontar a este tipo de bandas: inmovilistas, pero vivas, convencidas -y en este caso con razón- de que sus buenas maneras y mejor gusto son garantía de supervivencia en el mutante mundo musical de hoy. Desperados, tran-tranquilos.