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El peligro está en las costas

Cuando se produce un derrame de petróleo, sea cual sea su origen, existe una primera etapa de evaporación de los compuestos más volátiles. Ésta, según sea la composición del mismo, puede representar la evaporación de entre un 20% y un 40% de los hidrocarburos. En esta etapa, que dura unos días, es cuando existe el mayor peligro de incendio. Sin embargo, al cabo de dos o tres días de emisión del crudo, se forma una emulsión con el agua de mar que se llama mousse de chocolate y que resulta bastante incombustible. Más a largo plazo, el petróleo vertido queda en forma de alquitranes, las típicas bolas de alquitrán que a veces encontramos en las playas, aún más difíciles de quemar. Por tanto, en lo que se refiere a una aplicación directa como arma preventiva, su efecto sólo dura unos días. Quizá es por ello que se pretendía verter constantemente.El mayor peligro de los derrames de petróleo es que éstos lleguen a las costas. En tal caso, el crudo, que es poco soluble en agua, impregna las rocas, arenas y sedimentos. Tiene a quedar fijado localmente y produce un daño permanente sobre la comunidades de organismos que viven (o vivían) en ellas. Cuando el derrame se produce en alta mar, su efecto es mucho menor por la baja densidad de especies vivas que allí se encuentran y por la capacidad de dilución de las aguas. La mayor preocupación de las autoridades de todos los países en caso de derrame es que el crudo no llegue a las costas. En el caso que nos ocupa es evidente que el daño directo alas costas está asegurado. En esta situación no se puede evitar una amplia mortalidad en todas las especies que viven en las costas. Unas por envenenamiento, otras por asfixia y otras por choque térmico.

A medio plazo

A medio plazo, el remedio que se aplica para solventar el problema consiste en la introducción de nutrientes (sales de nitrato, fosfato y potasio envueltas en matrices orgánicas para asegurar su adherencia al crudo) que facilitan el desarrollo de bacterias que degradan los hidrocarburos. De este modo, al cabo de algunos años de vigilancia y aplicación constante de este remedio, se puede eliminar una parte sustancial de los residuos vertidos. Cuando el petróleo ya está en las costas otras soluciones como el uso de tensioactivos son más bien contraproducentes por su efecto limitado y por añadir todavía más productos químicos al sistema costero.

Hay que decir, sin embargo, que la aplicación de estos remedios exige que el vertido de nuevo petróleo haya cesado. Toda la tecnología desarrollada para paliar los efectos de los vertidos está diseñada para casos accidentales, no existe tecnología para atajar vertidos en continuo. Es lamentable que por un efecto disuasorio relativamente pequeño se haya producido semejante desastre. Ello representa quizá un ejemplo más del absurso de la guerra, de todas las guerras.

Joan Grimalt i Obrador es investigador especializado en Química Ambiental.

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