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Tribuna
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El acusado

No se tiene idea de cuándo ni cómo acabará la guerra, y el presidente Bush, con la experiencia del caso Noriega en su haber, ya se anuncia partidario de juzgar a Sadam Husein en un nuevo proceso al estilo Núremberg. Por si la opinión pública se conmueve, también advierte al mundo que "nadie debe llorar por este tirano cuando sea enjuiciado". Un señor con peluca blanca y toga negra pedirá al reo sin afeitar y con uniforme -a rayas que se ponga de pie dentro de la urna blindada: "¿Jura decir la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad?".En directo y con traducción simultánea, Mundovisión ofrecerá íntegras las sesiones del juicio, tal vez más largo que la guerra que lo motivó, intercalando espeluznantes imágenes como prueba irrefutable de los delitos contra la humanidad perpetrados por el líder iraquí.

El general Oso del Desierto, profusamente condecorado, será llamado, entre otros, a testificar sobre la barbarie del acusado. Un piloto tuerto, paralítico y sin uñas emitirá los sonidos de la tortura ante una de las cámaras especiales de la CNN. Un sinfín de víctimas multinacionales de aquellos mismos suplicios harán el resumen detallado de su cautiverio y de otros muchos horrores bélicos.

Por fin, el tribunal de justicia dictará sentencia y los términos de su aplicación. Descartado el fusilamiento (ya fueron excesivos los muertos en el campo de batalla), a Sadam Husein se le impondrá la cadena perpetua en una celda habilitada en su bunker de fabricación alemana en Bagdad, fuertemente custodiado por fuerzas de los ejércitos vencedores.

Pero también cabe que el sueño del presidente Bush no llegue a realizarse si la desesperación mesiánica de su enemigo le incita, poco antes de la derrota, a convertirse en tripulante bomba de un avión suicida. Esto siempre sería más espectacular que el tiro en la sien.

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