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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

"Bagdad es un caos donde sólo se sabe que habrá dos bombardeos cada noche"

"En Bagdad queda ya muy poca gente. No hay agua, ni luz, ni gasolina"

Antonio Caño

ANTONIO CAÑOBagdad es una ciudad de horror y sombras. Avenidas de escombros sin agua, electricidad, combustible ni alimentos, un desfile de personas en busca de lugares más seguros. "Un caos donde la única normalidad es las dos tandas de bombardeos cada noche", según los testimonios directos de personas llegadas a los campos de refugiados instalados en la frontera jordano-iraquí. Un éxodo que amenaza con dejar pequeño al que siguió a la invasión iraquí de Kuwait.

Pasa a la página 8

Fugitivos del horror

Viene de la primera página"El ataque suele durar entre hora y media y dos horas. Después se produce un largo silencio hasta que vuelven por segunda vez los aviones y las explosiones. Así fueron todas las noches hasta que el lunes salí de Bagdad", dice uno de los más de 2.000 egipcios que ya han conseguido huir de Irak.

Lleva en los brazos a un niño de dos años y al mismo tiempo cuida a su otro hijo, de cinco. Su esposa, mientras tanto, guarda cola con todo el equipaje ante el autobús que los llevará hasta el puerto jordano de Aqaba y desde allí, por barco, hasta Egipto.

Prefiere no decir su nombre porque cuando acabe todo esto tiene intención de volver a Bagdad para recuperar su tienda de ropa, donde ha dejado artículos por valor demás de 10.000 dólares (unas 950.000 pesetas).

Asegura que nunca se ha interesado por la política y que no está con unos ni con otros en esta guerra; sólo quiere que acabe pronto y pide a Dios que nada les suceda a sus amigos y familiares en Irak y en Egipto, dos países actualmente enfrentados en el campo de batalla.

Ni luz ni agua

Este egipcio de 32 años dice haber observado que el bombardeo ha sido muy selectivo. Ha visto muchos grandes edificios destruidos, pero casi todos propiedad del Gobierno. Él ha podido identificar entre los edificios afectados la oficina central de teléfonos, la sede el partido oficial Baas y el Ministerio de Planificación.

Dice que "en Bagdad queda ya muy poca gente; que no hay agua, luz ni gasolina"; que todos los comercios de las principales calles de la ciudad están cerrados, y que diariamente se pueden ver filas de personas que huyen a pie a sus pueblos de origen o a cualquier otro destino más seguro.

Daños limitados

Esta rápida evasión es confirmada por otro egipcio, Ahmed Mustafá, de 28 años, que dirigía una oficina de turismo en Bagdad. Como el anterior, asegura no haber visto muertos y dice que, aunque la mayoría de los edificios importantes de la capital están prácticamente destruidos, casi ninguna casa de vecinos se ha visto afectada.

Ahmed sólo recuerda un bloque habitado por civiles que quedó destruido por un misil lanzado sobre un cuartel próximo. No se siente capaz de contestar con exactitud sobre si los iraquíes apoyan o no a Sadam Husein, y, como casi todos los entrevistados en el campo de Ruweished, opina: "La gente dice que está con Sadam, pero casi nadie entiende la invasión de Kuwait y quieren que sus soldados salgan de Kuwait para evitarse tanto sufrimiento".

Otro compatriota de Ahmed, Jaled, de 24 años, trabajador en Bagdad en una empresa de cobre, es el único que dice haber visto cadáveres en las calles: cinco personas muertas en un edificio de las afueras de la ciudad.

Mahid, también egipcio, empleado en un comercio de la capital iraquí, narra la destrucción que vio en el aeropuerto de Bagdad, y aunque coincide en que no había muchas viviendas bombardeadas, sí conoce algunos almacenes que fueron alcanzados por el fuego de las fuerzas aliadas.

Ismail, un sudanés de 32 años que comparte las tiendas de campaña de Ruweished con la gran mayoría de los egipcios, asegura que antes de emprender el recorrido de 600 kilómetros entre Bagdad y la frontera jordana pudo ver que un hospital y un museo habían sido alcanzados por los misiles.

Resulta particularmente doloroso el caso de Abdi Osmán, un somalí de 28 años que huye de la guerra en Irak y no puede regresar a su país porque también se libran en estos momentos batallas cruentas en Somalia.

Junto a más de una decena de compatriotas, vaga por el campo de refugiados con un billete de avión en la mano pidiendo ayuda para salir hacia algún sitio, ya que el Gobierno jordano no les permite abandonar Ruweished hasta que no tengan un visado para viajar con cualquier destino.

La responsable del campo de refugiados por parte de la Cruz Roja, la suiza Francesca Aebi, dice que los problemas de los refugiados son infinitos, no sólo de destino y de transporte, sino incluso de alimentación y de sanidad.

Sufrimiento

Actualmente cruzan la frontera jordana una media de 2.000 personas al día -yemeníes, tunecinos, marroquíes-, ninguna de las cuales es iraquí, probablemente porque el Gobierno de Bagdad se lo impide.

Se espera que este número aumente en el momento en que el trayecto entre Bagdad y la frontera sea más fácil y, más aún, cuando el Gobierno iraquí muestre los primeros síntomas de desfallecimiento.

Estas miles de persones que cruzan diariamente cientos de kilómetros de desierto en medio de un frío que encoge hasta la memoria son el único testimonio vivo de esta guerra, la única información que no está sometida a censura.

Los relatos suelen ser contradictorios y parciales, pero revelan un sufrimiento tan humano como el que se padece -y sí se conoce- en el otro bando.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
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