En la mente de Sadam
¿Por qué Sadam Husein ha ordenado prender fuego a algunos depósitos de petróleo en Kuwait? Quizá no sea esa la pregunta correcta, puesto que ya había prometido hacerlo si estallaba la guerra. Claro, que también amenazó con gasear Tel Aviv y todo parece indicar que no está en condiciones de poder hacerlo. Pero si de verdad pretende que se le crean sus amenazas, tendrá que cumplir algunas de sus promesas.La cuestión se centra hoy en saber por qué Sadam tiene necesidad de resultar más creíble en su capacidad de destrucción. Una posibilidad que se baraja es que se sienta acorralado o desesperado y quiera, así, indicar su voluntad de sacrificar las riquezas de Kuwait antes que entregarlas a sus legítimos dueños, aunque de no verse nuevos incendios la política de "tierra quemada" parece que no ha llegado.
También es posible que sólo pretenda ganar ventajas tácticas. En los últimos días la prensa internacional ha recogido las aparentes dificultades que los aliados están teniendo a la hora de evaluar los daños de los bombardeos. Las malas condiciones climatológicas estarían afectando a las capacidades de reconocimiento tanto de los satélites como de los aviones. La zona que contaba con menos nubes en el cielo era el sur de Kuwait, pero ahora, ardiendo el petróleo, puede verse inundada de denso humo durante días o semanas.
Se sabe que la niebla, la lluvia y la arena han obligado a reducir las salidas de los aviones en los dos últimos días. En un momento en el que todo apuntaba a la intensificación de las acciones de castigo contra las posiciones en Kuwait, el humo, si es de grandes proporciones, complica la localización de las dianas. Sin una identificación positiva del objetivo, los pilotos no descargan sus bombas para evitar dañosco laterales inútiles.
En cualquier caso, el impacto inmediato de la acción de Sadam ha sido un creciente nerviosismo en la bolsa y en el mercado de petróleo, lo que tampoco cabe descartarse como otro de los objetivos iraquíes. Al fin y al cabo, nos hallamos inmersos también en una guerra de nervios de la que Sadam espera obtener notables beneficios.
Precisamente, las medidas aún más restrictivas sobre la información impuestas desde ayer por el mando aliado y por las autoridades de Arabia Saudí, también inciden en la incertidumbre de estos días. El creciente silencio al lado puede ser interpretado de maneras radicalmente alternativas: según los pesimistas, porque las operaciones no marchan como estaba previsto. Para otros, la total falta de información oculta los preparativos de una nueva fase de las hostilidades. Tal vez operaciones terrestres. De momento, en las ruedas de prensa del mando aliado, los militares ni siquiera pueden informar de la climatología en la zona.
Rafael L. Bardají es director del Grupo de Estudios Estratégicos.
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