Kraus, 35 años después
Hace 35 años apareció en el teatro de la Zarzuela, salvado y reconstruido por la Sociedad General de Autores de España (SGAE), un joven tenor canario formado en Milán con la profesora española Mercedes Llopart. Su nombre, tras el debú en una Francisquita fuera de serie, alcanzó la popularidad casi en unas horas. Desde entonces, Alfredo Kraus se mantiene activo como lo que es: uno de los grandes maestros de la lírica mundial. A sus facultades y saberes se une un criterio artístico que hace de cada actuación de Kraus una lección de técnica y estética.El Duque de Mantua, Werther, De Grieux, Nadir, Edgardo, Elvino cobraron vida en los primeros coliseos operísticos. del mundo en el hacer y el sentir de Alfredo Kraus, una figura que rápidamente dio lugar a una suerte de krausismo que, esta vez, nada tenía que ver con la filosofía. Todo empezó, sencillamente, con los compases de Doña Francisquita, con la renovada gallardía de la célebre romanza Por el humo se sabe dónde está el fuego, por el diálogo valiente con La Beltrana o por el lirismo íntimo y popular de las escenas iniciales. El teatro de la Zarzuela se venía abajo literalmente cada día. Con Kraus dispuso un reparto de categoría Ana María Olaria, Lina Huarte Ana María Iriarte e Inés Rivadeneira y algunas glorias del pasado: el bajo Aníbal Vela, Célica Prescarpio o el tenor Agustí Godoy. La dirección musical escénica estuvo encomendada respectivamente, a Odón Alonso y José Tamayo.
Luego, con menos asiduidad de lo deseable, Kraus volvió para Rigoletto, para Don Juan, Pescadores de perlas, Marina o Werther. Ayer, Madrid ovaciona nuevamente a Alfredo Kraus en mismo lugar de su primer triunfo.
Babelia
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