La otra mejilla en Tel Aviv
Israel fue finalmente atacado. Después de meses de amenazas, que comenzaron ya a finales del pasado abril, cuando Sadam Husein afirmó que "quemaría medio Israel" con gases si Irak sufría un ataque preventivo israelí del tipo del que acabó espectacularmente en 1981 con la central nuclear de Osirak que Sadam había comprado a los franceses, las amenazas se han hecho realidad. Pero sólo parcialmente, por fortuna.Desde la invasión iraquí de Kuwait, Sadam Husein, el líder de Bagdad, ha intentado involucrar a Israel con el objetivo de que cualquier respuesta militar de Tel Aviv mutara su conflicto con el mundo en una nueva guerra árabe-israelí.
Y ahora la realidad es que Israel, un país que se ha mantenido exquisitamente al margen del conflicto con Irak, ha sido atacado. Y que, si así lo desea, puede recurrir al uso de la fuerza, militar para su legítima defensa. ¿Pero lo desea? Y si lo desea, ¿realmente le interesa?
En estos meses en que el mundo se ha debatido sobre cómo y cuándo responder a la agresión de Sadam Husein, Tel Aviv se ha guardado muy mucho de jugar un papel activo y visible en la resolución de la crisis. Eso sí, como es lógico, ha sentido temor de que los intereses norteamericanos a corto plazo, la cohellón de la alianza de occidentales y árabes contra Sadam, primaran sobre los intereses propios de Israel, esto es, que ningún posible acuerdo con Sadam le permitiera a éste seguir acumulando capacidades bélicas que pudiera usar contra Israel y que no se estableciera ninguna vinculación entre la recuperación de Kuwait y la causa palestina.
Aunque Tel Aviv se reservaba toda la libertad de acción en defensa de sus intereses nacionales, con estas dos condiciones se comprometía tácitamente a respetar "un perfil bajo" en la crisis. Con la promesa de que EE UU inutilizaría las instalaciones fijas de misiles, presumiblemente con cabezas químicas, en el sector H-2 y H-3 cercano a Jordania, y que eran de gran preocupación en Israel, la opción de un ataque preventivo contra dichos misiles también quedaba descartada. Como ha sucedido.
Lanzaderas móviles
Sin embargo, los bombarderos aliados no han podido eliminar las lanzaderas móviles en el arsenal de Irak e Israel se ha visto atacado. ¿Cuáles son las opciones que se le abren al Gobierno de Tel Aviv? De seguir su conducta tradicional, represallar Irak, pero ello causa gran preocupación en Washington y en otras capitales occidentales, inseguros de las reacciones de sus actuales partenaires, Egipto, Arabla, los Emiratos, y, especialmente, Siria.
No respondiendo al ataque de misiles, Israel subrayaría la crueldad de Sadam y afianzaría la solidaridad política de la coalición multinacional, pero quebraría uno de sus principios Políticos básicos: que toda agresión contra Israel no puede dejar de ser contestada. La supervivencia del Estado de Israel le va en ello.
Optando por no reaccionar, Israel concede ciertos sacrificios, incluida la pérdida de algún ciudadano, pero también puede obtener beneficios. La guerra que se está luchando con Irak le está quitando de encima a quien últimamente se revelaba como su mayor enemigo en la zona y el mejor armado. Como observador privilegiado, se empeña mínimamente y ve cómo se van realizando sus intereses. Ciertamente, una conferencia de paz para la zona conlleva la negociación con los palestinos, pero su inactividad actual puede ser una valiosa pieza para conseguir una negociación más ventajosa. Al menos, el favor de sus aliados occidentales.
Israel ha encajado los misiles iraquíes estoica pero calculadoramente. Como debe ser. Mientras los daños y las bajas sean sólo reducidas quizá convenga más no desencadenar una represalia desproporcionada. Israel y todos saldremos ganando. Para ello, eso sí, más valdría que la aviación aliada asegurara la total destrucción de las lanzaderas móviles iraquíes. La mejor forma para eliminar tentaciones.
Rafael L. Bardají es director del Grupo de Estudios Estratégicos (Gees).
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