Rafael Romero, cantaor flamenco

El pasado jueves falleció en Madrid Rafael Romero, cantaor flamenco también conocido con el sobrenombre de Gallina. Este año que comienza hubiera cumplido los 80 de edad, pues había nacido en 1910 en Andújar (Jaén), pueblo en el que hay una calle con su nombre.Perteneciente a una familia con mucha afición al flamenco -"En mi pueblo, sin ser profesionales, casi todos los gitanos cantaban y tocaban la guitarra"-, a los 12 años ya era artista y se buscaba la vida con el cante en las ferias, en las fiestas con los señoritos, "que son los que daban dinero".

Se vino a Madrid en 1937 y ya vivió siempre aquí. Rafael Romero fue inamovible en su fidelidad a la pureza del cante. Lo que él hacía, mejor o peor de facultades, se sabía que era auténtico, que él no engañaba nunca. En los últimos años era a veces patético verle, ya sin facultades, casi perdida la mente, pero esforzándose en hacer el cante por derecho como en sus mejores tiempos. Patético y emocionante, porque era una reliquia cantaora. Conocía todos los cantes, y algunos de ellos era el único, prácticamente, que aún los ejecutaba, como la siguiriya del Planeta, la caña, el mirabrás o el cante de madrugá.

Su pérdida para el flamenco es dramática, pues desaparece uno de esos últimos viejos cantaores cuyo cante tiene todavía el aura de lo enigmático y lo enduendado. Y los jóvenes ya no cantan así, ya no.