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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Ultracoreografía'

Las galas navideñas del Centro Cultural de la Villa se van convirtiendo en una tradición para el público amante del ballet de Madrid, que permite sacudirse las frustraciones propias del fin de temporada. El escenario no es quizá el más adecuado, los pequeños extractos de las obras presentadas rara vez permiten algo más que entrever el talante de un coreógrafo o la personalidad de un intérprete; el nivel nunca puede ser homogéneo, y el choque de estilos puede aturdir. Pero, dadas las circunstancias -que impiden la actuación regular en Madrid de los grandes conjuntos de reputación mundial-, estas galas, siempre bien organizadas y montadas con criterio artístico, constituyen casi la única oportunidad para el aficionado local de asomarse al mundo exterior. Si además en la nómina viene, por segundo año consecutivo, la estrella más extraordinaria que ha surgido en el ballet mundial en los últimos años, el éxito está garantizado.

Noche de danza

Patrick Armand, Antonio Canales, Kelly Kass, Evelyn Cisneros, Jennifer Gelfand, Lola Greco, Sylvie Guillem, Laurent Hilalre, Maya Plisétska.ya, Anthony Randazzo y Danilan Woetzel. Director artístico: Ricardo Cue. Madrid, Centro Cultural de la Villa. Viernes 21 y sábado 22 de diciembre.

Expectativas

Guillem, acompañada por Laurent Hilaire, del Ballet de la Opera de París, sobrepasó con mucho las expectativas creadas -el pasado año: en el extracto de En el medio, tirando hacia arriba -una pieza del coreógrafo más fascinante del momento, William Forsythe, creada para mostrar hasta qué punto el fenómeno Guillem está abriendo paso a una ultracoreografía hasta ahora imposible- deslumbró, pero en el Grand pas classique, creado por Gsovsky en los años cuarenta a la manera de los grandes pasos de lucimiento de Petipa, dejó perplejo al público por su capacidad de distanciamiento posmoderno, casi almodovariano, que sacaba de la pieza toda la parodia implícita que siempre estuvo en ella sin que nadie fuera capaz de descubrirlo, mientras alucinaba con las proezas técnicas que logra hacer compatibles con el gran estilo francés.Del resto -aparte la triunfante aparición de Antonio Canales, uno de los ballaores más creativos y sugerentes del flamenco moderno, y de Lola Greco, que bailó una Rondeña montada por Marco Berriel que permitió confirmar su capacidad única de fundir la expresión flamenca con un concepto mucho más amplio de la danza- sólo cabe confirmar la buena calidad media de las tres parejas de bailarines americanos o que, como el francés Patrick Armand, trabajan en América, que interpretaron pasos a dos del repertorio tradicional y una coreografía sobre los Valses poéticos, de Granados, del actual director del Ballet de San Francisco, Helgi Tomasson, interpretada por la gran estrella de esta compañía, Evelyn Cisneros, y Anthony Randazzo, que en la primera parte bailaron el paso a dos del tercer acto de El lago de los cisnes.

Fue una lástima que el Chaikovskipas de deux, de Balanchine, fuera interpretado por dos bailarines tan poco balanchinianos como Jennifer Gelfand y Patrick Armand, sobre todo estando ahí una pareja del New York City Ballet -Damian Woetzel y Kelly Cass- que sólo bailaron del maestro el paso a dos de Cascanueces.

Maya Plisétskaya cerró la noche triunfal con su inimitable Muerte del cisne.

Babelia

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