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LA CRISIS DE LA URSS

El FMI apuesta por un enfoque radical del tránsito a la economía de mercado

Pilar Bonet

PILAR BONET, La transformación de la economía soviética será extraordinariamente complicada y tardará muchos años en acabar de realizarse, según los resultados de un informe realizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que recomienda un enfoque radical, combinado con algunos programas de protección a los sectores más perjudicados, en la transición al mercado en la URSS.

El informe del FMI, en el que intervinieron instituciones como el Banco Mundial, la OCDE y la Comisión de la Comunidad Europea, fue confeccionado por decisión de los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la cumbre económica de los siete países industrializados de Houston en julio de 1990. Su difusión está prevista para hoy en Washington. Sin embargo, los responsables de la política económica soviética han tenido acceso a un borrador del informe, excluyendo el capítulo dedicado a los criterios de la ayuda occidental a la URSS.Según el borrador, que ha podido obtener EL PAÍS, la estabilización macroeconómica, la reforma de precios en un entorno competitivo y la reforma de la propiedad son los elementos básicos que determinarán el coste de las medidas iniciales de la reforma y la velocidad con que se producirán sus beneficios.

Dos enfoques

El informe distingue dos enfoques esenciales, uno de carácter conservador, que se iniciaría con una reforma Fiscal dura y procedería lentamente con las reformas estructurales, y otro que comienza con la liberalización de la mayoría de los precios y la privatización.

El enfoque radical, favorecido por el FMI, producirá inicialmente un aumento de los precios y el paro, así como un descenso de la producción. La ayuda exterior será necesaria para mantener el nivel de consumo.

"Al abogar por el enfoque más radical somos conscientes de las inquietudes de quienes recomiendan precaución y también de que el llamado enfoque conservador hubiera sido considerado como extremadamente radical hasta hace poco", señala el informe.

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El Fondo Monetario Internacional se muestra preocupado por tres puntos principales en la realización del programa radical. Se trata de los costes sociales sobre los grupos más vulnerables, la espiral inflacionista en los salarios combinada con grandes beneficios de los monopolios y las cargas suplementarias sobre empresas que necesitan un plazo para ser rentables.

Para combatir estos efectos, el FMI recomienda programas que "mitiguen los efectos adversos de la transición sobre los consumidores", el mantenimiento temporal de los controles sobre los precios de algunos servicios públicos y los alquileres de viviendas, un rápido comienzo del proceso de privatización y desnacionalización combinado con la liberalización del comercio y una política arancelaria selectivamente proteccionista.

El FMI recomienda estimular la iniciativa dando seguridad sobre la propiedad privada. "La rápida privatización de las pequeñas empresas y la desnacionalización de las grandes empresas demostrará el compromiso con esta política, aunque la privatización de empresas estatales mayores será posiblemente prolongada".

Monopolio y competencia

Entre las tareas con las que se enfrenta la Unión Soviética en los próximos años, el FMI cita la puesta a punto de la infraestructura legal que permita la competencia y combata el monopolio, la creación de un sistema de mercado bancario y financiero, la desmonopolización y reestructuración de muchas empresas y la reconstrucción de la infraestructura de transporte y comunicaciones. Asimismo, menciona el desarrollo de un sistema de relaciones laborales, el proceso de privatización de las empresas del Estado y las granjas colectivas y el abordar los problemas ecológicos graves.

En el capítulo dedicado a la reforma del sector empresarial soviético, formado casi total mente por enormes firmas de propiedad estatal, el FMI hace hincapié en las dificultades para fijar el valor de las mismas.

Una rápida privatización puede hacer que las empresas sean adquiridas por precios muy inferiores o muy superiores a su valor y también que "la propiedad pueda ser concentrada en las manos de unos pocos individuos con dinero o relaciones", señala.

El FMI prefiere el sistema de venta de acciones de las empresas a su reparto mediante un sistema de bonos entre los ciudadanos, aunque no descarta la posibilidad de repartir ciertas acciones en algunas de las mayores empresas.

"Apoyarnos la privatización rápida de las pequeñas empresas mediante la venta directa a individuos, cooperativas y otros. Los activos deben venderse mediante subastas abiertas, sobre las que se haya dado buena información y lo más rápida posible". La privatización de empresas mayores llevará más tiempo y se puede realizar mediante la venta directa o la transformación en sociedades anónimas bajo la propiedad directa inicial de compañías estatales creadas con este fin.

El FMI rechaza el trato preferencial para los colectivos laborales a la hora de privatizar las empresas, dado que experiencias semejantes han demostrado que "los trabajadores que controlan sus propias empresas han tendido a concentrarse en la maximalización de sus propios beneficios a corto plazo". El acceso preferencial debe reducirse a bastante menos de una participación de control. Las acciones distribuidas entre trabajadores deben ser individuales.

Sombrío panorama

Paralelamente a la divulgación del informe del Fondo Monetario Internacional, el jefe del Gobierno, Nikolái Rizhkov, trazó un sombrío panorama de la economía soviética el miércoles ante el Congreso de los Diputados Populares de la Unión Soiviética. Rizhkov dijo que el país no sólo no ha conseguido salir del estado de crisis, sino que sigue sumiéndose más y más en ella. La renta nacional (el equivalente más parecido del producto nacional bruto) descendió un 3% en 1990, y la masa monetaria alcanzó entre 22.000 millones y 24.000 millones de rublos, superando con mucho los 10.000 millones previstos por el plan. La exportación descendió un 12%, lo que dificulta los pagos de la deuda exterior, cuyo servicio para 1991 es de 9.000 millones de rublos. Los acreedores occidentales se niegan a suministrar créditos comerciales a la URSS debido a la inestabilidad política, según Rizhkov.

A consecuencia del proceso de desintegración que vive el Estado, el Soviet Supremo de la URSS no logró aún aprobar el plan y el presupuesto económico para 1991, cuyo debate ha sido aplazado para los primeros días del mes de enero. Mijaíl Gorbachov ha dicho al Congreso de los Diputados Populares que 1991 será un año de medidas decisivas impopulares. Si no dan fruto, señaló, "será la bancarrota y nosotros mismos nos habremos firmado la sentencia".

El Fondo Monetario Internacional ha señalado que las perspectivas de la economía soviética en el año 1991 "son muy inciertas". La inflación puede alcanzar un 50% anual, el producto nacional bruto un 5% o más y el desempleo, estimado en un 1,5% en 1990, puede duplicarse o triplicarse en ese año.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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