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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El pensamiento barroco de Leonhardt

El segundo concierto conmemorativo de la revista Scherzo, en su quinto aniversario, estuvo a cargo de un divo de nuestro tiempo, Gustav Leonhardt, (Graveland, Holanda, 1928.), quien, a juicio de críticos y musicólogos, personaliza la segunda revolución del clave en nuestro tiempo. La primera la llevó a cabo la polaca Wanda Landowska (1879-1959) por una doble vía: la restitución, del timbre más idóneo a la música pretérita y la reincorporación del clavicémbalo a la creación contemporánea, iniciada por Manuel de Falla en El retablo de maese Pedro y el Concerto.La hazaña, a comienzos de siglo, era difícil, casi heroiza, y las actividades de Landowska parecían dirigidas a una minoría que hizo de Saint-Leti-La Foret una especie de santuario del nuevo credo, de místico encierro para el espíritu pretérito en las horas actuales", tal y como denominó el crítico dorsiano Carlos Bosch a su breve estudio sobre la artista y cuanto su arte significaba.

Concierto de la revista 'Scherzo'

Recital de clavo por Gustav Leonhardt. Obras de Froberger. Buxdehude, Forqueral y Bach, Auditorio Nacional, Madrid. 18 de diciembre.

Era frecuente -y ahí están los programas de la Sociedad Filarmónica Madrileña para demostrarlo- que la clavecinista polaca incluyera en sus actuaciones un texto escrito para explicar las razones de la rehabilitación del clave, instrumento que había utilizado Louls Diemer después del lanzamiento por la casa PleyeI en la Exposición Universal de París de 1889, de un modelo que, más o menos, fue el deseado por Falla para su Concerto.

Landowska debía combatir contra la extendida idea del clave como instrumento vetusto, inservible, de sonidos nasales y agrios.

precursor decrépito del plano", para imponerlo en su valor de mediomusical admirable por, sus cualidades acústicas y por la variedad y riqueza de sus timbres".

Leonhardt añade a las seducciones del timbre, a la gracia agridulce del sonido, los elementos necesarios para la buena estructuración, expresividad y continuidad propios de todo discurso musical. Consigue un legato que antaño parecía imposible en el clave, clarifica al máximo la diferenciación de las líneas, incorpora lo que podía tomarse como mero virtuosismo a la sustancialidad ideológica de las partituras. Así puede lograr versiones tan excelentes como las que, una vez más, ha aplaudido un público mayoritario que devora los discos de Leonhart, en obras de vario sentido e impostación estético histórica: la Suite en la menor de Froberger, el Preludio en sol menor de Buxdehude, la Suíte en do menor de Forqueray, y la Sonata en sol mayor, procedenle del violín y transcrita por el propio intérprete, de Juan Sebastián Bach.

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