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Reportaje:

Las tristes navidades de Filipinas

La crisis del Golfo asesta otro golpe a la economía del país asiático

Las navidades prometen ser más tristes que nunca para buena parte de la población filipina que vive por debajo de los límites de pobreza. El de 1990 es un año para olvidar en Filipinas. Al gravísimo impacto que causó en la economía el intento de golpe de diciembre de 1989 hubo luego que añadir una sequía, un terremoto, un tifón y la gravosa factura de la crisis del Golfo.

Muchos ponen en duda la capacidad de éxito que. pudiera tener esta vez una rebelión militar ante la división que, al parecer, existe entre los propios rebeldes, el ambiente preelectoral que ya se percibe a pesar de que todavía falten 18 meses para las elecciones presidenciales, legislativas y municipales y, finalmente, porque Cory ha rebajado la tensión al despejar la incógnita sobre su futuro. "Ya he dicho que no me presentaré", declaró días atrás con gesto de fastidio en una conferencia de prensa a la pregunta de este diario sobre si podía manifestar categóricamente que no buscará la reelección.Aquino anunció el domingo la destitución de varios ministros de su Gabinete considerados poco eficientes. En un primer paso retiró de su cargo al jefe de Gabinete, Catalino Macaraig y nombró en su lugar al hasta ahora titular de la cartera de Transportes, Oscar Orbos. Ello coincidió con el asesinato de dos líderes sindicales a manos de pistoleros en un acto político que se realizaba en la Universidad de Manila. "El lado bueno de toda esta crítica situación es que Aquino puede decretar medidas de austeridad impopulares sin temor a no ser reelegida", opina el economista Bernardo Villegas, vicepresidente del Center for Research and Communications (CRC), un instituto privado de análisis que está en manos de miembros del Opus Dei..

En un país tan católico como este no es de sorprender -que algunos digan que Dios ha dado la espalda a Filipinas. Otros ponen el ojo en Sadam Husein. La aventura del líder iraquí en Kuwait ha afectado sobremanera a Filipinas, que podría verse obligado a suspender el pago de su deuda externa de 28.000 millones de dólares (el 40% de los ingresos por exportaciones se destina a sufragar intereses), carente de divisas con las que pagar sus importaciones de petróleo y que recibe cerca de 1.000 millones de dólares anuales de los más de 600.000 trabajadores filipinos que viven en la zona del golfo Pérsico.

Veinte mil han regresado ya al país. "Las desgracias han unido más a esta gente y el clima político es mejor que hace un año, pese a que la inestabilidad continúa siendo enorme. Pero el peligro de golpe ha disminuido porque los rebeldes no tienen ahora capacidad de reclutar unidades completas como antes", comenta un embajador occidental. La última sublevación, poco seria, de las siete que Cory ha sufrido en casi cinco años de presidencia, la protagonizó el pasado octubre en Mindanao el coronel Alexander Noble. La Unión de Jóvenes Oficiales (YOU, en sus siglas en inglés), uno de los dos grupos rebeldes -el otro es el RAM (Movimiento para la Reforma del Ejército)-, ha advertido contra cualquier intento por parte del Gobierno de reprimir la protesta de los próximos días.

En octubre, la subida de los carburantes a raíz de la crisis del Golfo desembocó en una huelga general para lograr un aumento salarial que se saldó con la muerte de cuatro personas, entre ellas un líder sindical opuesto a la huelga, y con la quema de varios autobuses municipales. La Junta Reguladora de Energía, un órgano público semiautónomo, decretó el pasado día 5 una subida del 45% en el precio global de los carburantes. Un día después aceptando la petición de la presidenta de que la medida afectara menos a las economías más pobres y golpeara a las familias ricas, rebajó los precios del Diesel que emplean la mayoría de los transportes públicos, pero en cambio subieron considerablemente otros.

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