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Reportaje:

La hora de Las Fronteras

Algunos vecinos creen que ya es tarde para salvar el barrio

Entre los oscuros y esquinados soportales del barrio de Las Fronteras de Torrejón de Ardoz corren las papelinas. La droga ha terminado por matar un barrio que, desde su reciente nacimiento, ya era caldo de cultivo para convertirse en una bolsa de marginación. Ha habido violencia, patrullas ciudadanas, muchas protestas y muchas promesas. Las distintas administraciones se han planteado la labor de salvar Las Fronteras, y algunos vecinos se preguntan si ya no es demasiado tarde.

Hace un mes escaso, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Torrejón firmaron un convenio para intentar recuperar el conflictivo barrio de Las Fronteras. Muchos vecinos creen que todo tenia que haber llegado antes: el convenio, la policía enviada por la Delegación del Gobierno, las medidas sociales. Que quizá así se podría haber evitado que Las Fronteras se haya convertido en una auténtica bolsa de marginación. Pero "nunca es tarde", añaden otros.La mayoría de los inquilinos de las más de 1.000 viviendas sociales ubicadas en Las Fronteras, construidas sobre soportales que forman vericuetos y oscuros pasadizos, llegaron hace 13 años procedentes de zonas donde residían en chabolas, de la mano del Instituto de la Vivienda de Madrid.

Bajo nivel cultural y económico, alto índice de desempleo o empleo en precario, malos hábitos alimentarios y sanitarios y un número importante de población de etnia gitana eran características innatas que aún no han sido superadas, como demuestra el informe elaborado por los servicios sociales previo al convenio firmado recientemente.

Los realojados chabolistas se entremezclaron en su nuevo hogar con otras familias de capas medias -funcionarios, miembros del Cuerpo Nacional de Policía y trabajadores autónomos- con una economía saneada, pero con deficiencias socioculturales agudas.

La lacra social que ahora aqueja a la mayoría y de la que todos son víctimas directa o indirectamente, la droga, tenía ya hace 13 años un buen caldo de cultivo.

La dualidad en la población femenina es tan patente que mientras una gran parte de las mujeres de clase media se dedican a completar sus estudios a través de los cursos que imparte la Universidad Popular del municipio y ocupan su tiempo libre en promover el asociacionismo a la vez que comercian con flores de miga de pan, otras encuentran mayores retribuciones comerciando con papelinas de heroína y utilizando a las jóvenes drogodependientes como sirvientas por unos cuantos gramos de polvo blanco.

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Futuros clientes

Los problemas entre los jóvenes y los niños tienen varios frentes pendientes, tanto para sus tutores como para las autoridades competentes. Los narcotraficantes tienen en esta capa poblacional su punto de mira como sus futuros clientes.Los hijos de los toxicómanos, en su gran mayoría matrimonios jóvenes, están predestinados. Gran parte de éstos no están escolarizados y se inician en el mundo de la droga a temprana edad, la calle es su única escuela y sufren a menudo malos tratos o reciben las secuelas de los que sufren sus progenitores. Lo mismo ocurre con los hijos de los traficantes, que en varias ocasiones son más peligrosos que éstos, según los vecinos.

El resto teme y cae en lo que observa a su alrededor, y el fracaso escolar es incontrolable. Las alternativas para ellos están muy limitadas por la falta de infraestructura deportiva, social y cultural que existe en el barrio y que se pretende subsanar con la firma de este convenio.

No obstante, los datos facilitados por el Centro de Servicios Sociales del Ayuntamiento son elocuentes; el 62% de los habitantes de Las Fronteras es menor de 25 años. De éstos, un 34% no obtiene el graduado escolar, y el 62% de los alumnos que comienzan los estudios de segunda etapa de EGB no concluye el curso. Esta situación de inadaptación escolar no es ajena a las familias; el 76% de las cuales vive con ingresos inferiores a 1,5 veces el salarlo mínimo interprofesional.

La lucha por conseguir un barrio sin problemas continúa, pero la solución pasa, según los informes, por la "total erradicación de las drogas", complementada con la ayuda a los drogodependientes que, una vez rehabilitados, no hallen la tentación en cada esquina.

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